El último grito El último grito | Page 16

ambulancia y a un conductor. ¿Así es? -Sí. -Contando todas las víctimas suyas, que son cien- to cuatro y que hasta ahora no se arrepintió, usted tendrá prisión para toda su vida. ¡Declarado! ¡Problema resuelto! Golpeó tres veces su martillito a la mesa y todos gritaron de felicidad. Al final se fueron. El oficial Fuentes y María se quedaron juntos. El oficial Fuen- tes dijo. -Yo organicé el funeral de tu familia. -¿En serio? No hacía falta. El funeral empezó a las nueve de la noche. A Ma- ría se le salían las lágrimas. Antes de enterrar a Al- berto, María le puso su celular roto. A Nicolás le pu- so su estatua Swarovski de forma de sol y a Rosa le puso su collar, en el pecho de cada uno. Cuando ca- varon, encontraron la bolsa de las estatuas Swarovski. La sacaron María y el oficial Fuentes y algunos hom- bres pusieron el cadáver allí y la taparon. Cuando el funeral terminó, el oficial y María se sentaron en el auto con la bolsa. María habló. -Ya te conozco tres días, pero no sé tu nombre. ¿Cuál es tu nombre? -Lucio. -¡Muchísimas gracias por todo, Lucio! -De…—se le cortó la palabra porque María le be-