El Uru Revista Nº 32 | Page 15

río Uruguay no fuera su frontera natural en América. De triunfar, se hubiera reunido en un solo espacio un mundo tan grande como no habría otro. Un avance bélico y terrestre se sucedió siempre con un Tratado diplomático entre las fuerzas de España y Portugal hasta 1828 en que, el Tratado Preliminar de Paz, reconoció que, en el enclave platense, una potencia nueva se había instalado para quedarse. La Fortaleza tiene su propia historia. Hay señales del futuro enclave desde 1737. Y, desde 1750 con el Tratado de Madrid, formó parte de un conjunto de fortificaciones de avanzada de las tropas españolas. Sucesivos arreglos en los años 1762, 63, 65, hasta 1775 la fueron convirtiendo, mediante enormes piedras para sus muros, en lo que su nombre indica. Está dotada de cuarenta troneras para cañones, cinco garitas de vigilancia que le dieron espesor y solidez además del aporte artístico de su labrado. Muros de hasta doce metros de alto daban extensión a la mirada vigilante de sus soldados. Los españoles tenían en claro el poder portugués y entre el 62 y el 75 construyeron tres fortalezas. DENTRO DE LA FORTALEZA Su capacidad operativa también estaba en los regimientos que albergó a unos trescientos soldados. Tiene habitaciones para guardar las banderas, para alojamiento, para la Capilla, para los caballos, para las armas y para calabozos. También un lógico cementerio al costado que hoy lleva el nombre de Camposanto donde se conservan cruces y piedras que señalan humildes sepulcros, todo conservado. El recuerdo con- Vistas aérea de la Fortaleza de Santa Teresa Pag 15