El nacimiento de nuestro país | Page 17

Martín Miguel de Güemes

Naci el 8 de febrero de 1785 en la ciudad de Salta, fui un militar Argentino que cumplí una destacada actuación en la guerra de la independencia y en las guerras civiles argentinas. Durante seis años ejercí la gobernación de la provincia de Salta y con muy escasos recursos liberé una casi constante guerra defensiva, conocida como Guerra Gaucha, que mantuvo al resto del territorio argentino libre de invasiones realistas. Me crié en el seno de una familia adinerada. Mi padre, Gabriel de Güemes Montero, nacido en Santander, en la provincia española de Cantabria, era un hombre ilustrado y cumplía funciones de tesorero real de la corona española. Logró que yo tuviera una buena educación con maestros particulares que me enseñaron los conocimientos filosóficos y científicos de ese tiempo. Mi madre era María Magdalena de Goyechea y la Corte, de origen jujeño. Me casé en la Catedral de Salta con Carmen Puch, con quien tuve 3 hijos. Cursé mis estudios primarios en mi ciudad natal, alternando la enseñanza formal con el aprendizaje de las labores campesinas en la finca donde vivía con su familia. A los 14 años me enrolé en el Regimiento Fijo de Infantería, cuyo cuartel central estaba en Buenos Aires pero tenía un batallón en Salta a raíz de la rebelión de Túpac Amaru II desde 1781. En 1805 fui enviado con mi regimiento a Buenos Aires, ya que el virrey Sobremonte temía un ataque inglés. Éste se produjo al año siguiente, iniciando las invasiones inglesas, participando en la Reconquista de Buenos Aires. Al año siguiente participe también de la Defensa de la ciudad y protagonice una curiosa hazaña: al ver que un barco inglés había encallado por una bajante repentina del río, dirigí una carga de caballería y lo aborde. Fue una de las muy pocas veces en la historia que un buque de guerra fue capturado por una partida de caballería. En 1808 sufrí una enfermedad en la garganta, de la que surgió una seria deficiencia al hablar, una pronunciación gangosa de las palabras, que causaba la burla de mis compañeros. Todo indica que sufrí las complicaciones que suelen acompañar a la hemofilia, enfermedad que hasta ese momento no era conocida, y que dificulta mucho la cicatrización de las heridas externas e internas.