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E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA
favorece el desarrollo de vitamina D, pero con la exposi-
ción que se recibe, a través de la cara o los brazos, es más
que suficiente para generar la vitamina necesaria y todo lo
demás entra en el terreno de lo mítico y de las modas pa-
sajeras.
Lo cierto es que la piel necesita una protección conti-
nuada frente a las radiaciones solares, salvo en casos excep-
cionales, y exponerse al sol como fin último resulta un
error. Además, el remedio a algunas enfermedades no es
necesariamente el sol, sino el calor, que es otro de sus efec-
tos. Por lo tanto, la exposición al sol como fin y con el
cuerpo semidesnudo debería ser descartada de las prácti-
cas sociales y también de las recomendaciones médicas,
porque, aparte de la indefensión que la piel tiene sin la
ropa, hay otro efecto añadido causado por el sol, que es
su envejecimiento prematuro.
La verdadera causa de la mitificación de tomar el sol
tuvo su origen en el hecho de que, a principios del siglo
XX, se tendió a asociar el tono moreno de la piel con un
mayor nivel económico y, por lo tanto, conseguir ese tono
se convirtió en un objetivo prioritario para amplias capas
sociales. La explicación es sencilla, y es que, antes de la revo-
lución industrial, el color moreno se asociaba a la pobreza y
al trabajo en el campo, pero, con la industrialización, los
obreros pasaron a trabajar en fábricas y talleres al resguardo
del sol. Es entonces cuando el tono moreno pasó a consi-
derarse símbolo de tiempo libre y de nivel económico alto.
Lo lamentable es que los médicos se dejaron llevar por
esta moda y condescendieron en una mitificación de la ex-
posición al sol subestimando el riesgo que supone y es que,
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