El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 63

A NTONIO P INTO R ENEDO que sacrificar la verdad para conseguir el mismo objetivo. Hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos, las per- sonas eran mucho más propensas a dejarse llevar por ri- tuales y supuestos milagros y menos a escuchar sencilla- mente el mensaje de Cristo. Otro crimen de la Iglesia consistió en pretender negar cualquier crítica al Papa, diciendo que era infalible y que, por lo tanto, no se podía equivocar. Esta afirmación, además de ser patética, representa una de las mayores agresiones a la libertad de expresión que se han dado en la historia, afirmar que todas sus deliberaciones proceden de Dios y que por ello son ciertas supone una acción ex- tremadamente pretenciosa y claramente malintenciona- da. Pero lo verdaderamente sorprendente es que, después de todos los hechos descritos y que han ocurrido a lo largo de la historia, la Iglesia todavía pretenda dar lecciones de moralidad al resto de la sociedad, como si tuviera la pro- piedad exclusiva de la verdad y el resto de las personas sim- plemente tuvieran que callar y aceptar sus deliberaciones. Tal cosa es un insulto a la inteligencia y es un deber de todos no aceptar esas atribuciones. Entre Dios y los hombres no tiene por qué haber for- zosamente intermediarios y, de haberlos, tampoco tendrían por qué ser organizaciones como la Iglesia, que ha demos- trado que sus objetivos son otros y no el bien de la huma- nidad, porque la verdad no es propiedad de nadie, solo de Dios, y todo hombre tiene el derecho y el deber de bus- carla por sí mismo, sin tener que depender de intermedia- rios. 63