El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 57

A NTONIO P INTO R ENEDO principio del fin de una Edad Media sometida a una Igle- sia totalitaria que tenía un miedo atroz a la libertad de ex- presión y al progreso de las libertades sociales. Cuando el Imperio Romano se encontraba cerca de su final y su economía daba signos de flaqueza, el emperador Constantino consideró oportuno nombrar el cristianismo religión oficial del imperio y así alcanzar la cohesión que le faltaba utilizando la religión como medio para conseguirlo. Pero una vez que el imperio se desmembró, la Iglesia se convirtió más en un medio de poder político que en un instrumento religioso. La decisión de los emperadores romanos de instalar su capital en oriente constituyó un gran error, por ser más un retroceso hacia el pasado que una apuesta por el futuro, pues cada vez más el progreso estaba favoreciendo a los te- rritorios de Europa y menos a los de oriente o África. Se- guramente, si la capital del imperio hubiera sido trasladada a la Europa central, el estado romano hubiera seguido exis- tiendo hasta nuestros días. Los emperadores no supieron distinguir entre la importancia que tuvieron oriente y África en el pasado y el progreso que estaba por venir en Europa en el futuro, y así malgastaron el capital del Estado apostando por territorios en decadencia, como cuando se empeñaron en construir una ciudad en el desierto en el norte de África. Durante la Edad Media, la Iglesia se dedicó a una terri- ble persecución de los curanderos que de una forma natu- ral se dedicaban a curar las enfermedades por medio de los conocimientos de las propiedades terapéuticas de las plan- tas que habían sido pasadas de padres a hijos de generación 57