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A NTONIO P INTO R ENEDO
respetan la naturaleza y los requisitos de su propio cuerpo.
Erróneamente, se dejan llevar por vicios insanos y maltra-
tan su cuerpo pensando que una medicina milagrosa podrá
remediar el mal. Pero eso es una falacia, porque si las cau-
sas que ocasionan las enfermedades no son suprimidas las
medicinas lo único que harán es empeorar los síntomas o
crear nuevas enfermedades, porque, en realidad, las enfer-
medades no son más que los desequilibrios en las energías
de nuestro cuerpo ocasionados por nuestros malos hábitos
de vida, como el consumo de drogas, entre las que incluyo
el tabaco y el alcohol, o la alimentación excesiva, que oca-
siona la obesidad, el colesterol y el envejecimiento prema-
turo del organismo, además de incontables enfermedades
adicionales. Es necesario, por lo tanto, empezar a respetar
a nuestro propio cuerpo y tener en cuenta sus propios
requisitos y procesos naturales y así será mucho más difí-
cil enfermar. En cualquier caso, de producirse la enferme-
dad, lo primero para solucionar el problema es hacer un
análisis sobre el propio comportamiento, porque en la
mayoría de las ocasiones es el equívoco uso de nuestro
cuerpo lo que las causa y, por tanto, es modificar ese
comportamiento erróneo lo que las soluciona. De no ser
así, es cuando las medicinas u otros tratamientos son ne-
cesarios, pero eso siempre debe ser con posterioridad al
paso anterior, pues las medicinas, aun siendo muy útiles
en determinados casos, de usarse en exceso también pue-
den ser causa de nuevas enfermedades.
EL PARTO IDEAL
Quisiera subrayar que una mujer embarazada no es una
mujer enferma y la costumbre de pedirle que se recueste en
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