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E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA
alguien para poder optar a un órgano; a los fallecidos se les
debe dejar seguir su camino sin trabas y los vivos deben so-
lucionar sus problemas sin recurrir a los cadáveres de los
que ya no están entre nosotros.
LAS TRANSFUSIONES
En cambio, la cuestión de las transfusiones es distinta,
porque la sangre es un bien recuperable. Una persona que
hace una donación puede recuperar en poco tiempo el
fluido sanguíneo, por lo que no se pueden considerar estas
donaciones como un trasplante de órganos. Sin embargo,
las personas deberían ser celosas con este tema y no acep-
tar donar su sangre hasta que los gobiernos exijan a cada
ciudadano la obligación de hacer una donación a cambio
de optar a recibir otra. No es lógico que una persona esté
haciendo donaciones con fines altruistas, sin recibir nada
a cambio, y otras estén recibiendo sangre con frecuencia
y se nieguen a donar. Eso es una contradicción y una in-
genuidad por parte de los donantes; es correcto ayudar,
pero también exigiendo justicia al Estado en aquellas
cuestiones que corresponda. Para ello, se podría crear
una cartilla de donantes por la cual solo aquellas personas
que hubieran hecho una donación la tendrían y solo en-
tonces podrían optar a recibir la sangre procedente de esas
reservas.
EL ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES
En realidad, el origen de las enfermedades está en la ma-
yoría de los casos en la terquedad de las personas que no
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