El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 100

E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA un delito en estado de embriaguez puede tener en ese mo- mento sus facultades mentales mermadas, pero si esa per- sona es adulta sabe muy bien el efecto que tiene el alcohol en el organismo y, por tanto, también es libre de decidir no tomarlo, a sabiendas de los efectos que causa. Es el com- portamiento vanidoso de algunas personas lo que les lleva al consumo de drogas, pues estas lo que hacen es inflar su ego; en otros casos, puede influir un complejo de inferio- ridad, pero ellos son libres de buscar la solución con mé- todos sanos y no caer en lo fácil, que es engañarse con las drogas. Por este motivo, cuando algunos gobiernos se plantean políticas para atenuar las condenas para quienes cometan delitos en estado de embriaguez, lo que hacen es empeorar el problema, pues el mensaje que se manda a la sociedad es que pueden hacer lo que quieran si se embo- rrachan, que detrás tendrán al gobierno para protegerles. Si uno es adulto para ejercer su libertad, también debe serlo para sufrir los efectos de la ley, una persona adulta sabe los efectos que tiene el alcohol sobre el organismo y es libre de no tomarlo o, si lo hace, puede renunciar a co- sas como conducir. Por lo tanto, la ley no debería fijarse en estas cosa al establecer sus condenas o, en todo caso, considerarlas como agravantes, pero nunca como ate- nuantes. Otra mala costumbre de la política es pretender tutelar a los ciudadanos como si fueran menores estableciendo san- ciones por realizar cosas perjudiciales para la salud. Hay que tener en cuenta que el estado debe únicamente acon- sejar a los ciudadanos sobre las costumbres más sanas a se- guir, pero no debe inmiscuirse en su libre albedrío, porque esa tentación lleva a una ruptura entre la sociedad y su 100