El Corán y el Termotanque | Sexto número Año 2, número 6 | Page 34

dero desafío fue vencer el terreno y la región : imponerse a la aridez de un suelo pedregoso y un clima casi desértico que hacía fracasar , una y otra vez , los intentos de que creciera algo donde no estaba destinado a crecer .
— Tenían que transportar el agua en carros tirados por caballos a través de todo el parque y regar cada planta con un balde .
— De cualquier modo , el tipo del vivero no está seguro de que vaya a funcionar —, le digo —. Así que también te mandó otra cosa por las dudas . Le doy otra bolsa que saco del baúl . —¿ Qué es ? — Me dijo el nombre , pero ya me olvidé . Es una flor parasitaria que se alimenta de flores marchitas . Si se secan las gardenias , la tenés que enterrar cerca de la raíz . El parásito se apodera de la otra planta , la cubre toda , y entonces aparece una flor rojiza . — Rojiza . — Así dijo . Laura agarra la bolsa y mira a trasluz con cara de asco . Parecen capullos con tentáculos . O rabanitos . Una variante oscura de rabanitos . Me pregunto si no me habrá vendido cualquier cosa . Si crecen rabanitos , Laura me va a matar . — Lo del ph tiene que funcionar —, dice . A la noche , después de frotarse la panza con crema para prevenir las estrías , se acomoda dos almohadas en la espalda y lee . Yo me acuesto a su lado , le apoyo una mano en el vientre y aguanto la respiración . — Está quieto hoy —, digo . Nunca digo « no se mueve ». Digo que está quieto . Ella me guía la mano a otro sector de la panza , sin dejar de leer . Entonces percibo algo leve , como un borboteo por debajo de la piel . Y es el primer atisbo de algo que , sospecho , no hará más que incrementarse a medida que pasen los últimos meses : la sensación de que hay un nivel de conexión entre ella y el bebé que para mí siempre será inalcanzable . Algo que los une y les pertenece y que yo no puedo compartir . Ella lo carga y lo siente . Ella es la que sabe lo que ocurre ahí dentro y la única que puede revelarlo para mí . Yo no puedo sino esperar .
Por algunos días parece que lo del azufre para nivelar el PH del suelo funciona bien . Sin embargo no dura . Pronto las gardenias se cubren de pequeñas manchitas marrones . No pasa lo mismo con las otras plantas y flores . La forsythia con sus flores amarillas que realzan todo el seto ; las tres variedades de crisantemos ; la prímula obcónica ; las violetas de los Alpes . Pero Laura se empeña en tener gardenias en un clima hostil y en una estación impropia . Como si en ese éxito impensable se cifraran unas esperanzas inconfesadas pero que sospecho . No sé , Laura . A lo mejor el tipo del vivero tiene razón . Empieza a caer la tarde y el frío baja de la montaña como una llovizna . Después empieza a hablar , no sé si conmigo o con la planta . Dice que lo intentó todo , que trató por todos los medios pero a veces hay cosas que simplemente no funcionan . Terrenos áridos en los que algunas cosas no pueden crecer y entonces hay que darle lugar a otras . Lo dice mientras planta los bulbos rojizos que parecen rabanitos .
Durante los siguientes cuatro o cinco días apenas se asoma al jardín . Es como si las gardenias hubieran consumido todo su entusiasmo . Sería una lástima que todo lo demás también se echara a perder . Lo que hace en esos días , en cambio , es volver a la cocina , a la preparación de los dulces , a la organización de algunos papeles que teníamos postergados . Como si lo único que quisiera fuera olvidarse del jardín . Una noche le pongo la mano en la panza y no siento nada . — Está quieto hoy . Ella me guía la mano a un par de lugares . Después desiste . — Sí . No te preocupes . Es normal . Pero se preocupa ella también aunque trate de no demostrarlo . Durante el día le pregunto una o dos veces más . Sus respuestas son ambiguas . Yo insisto ; a la tarde por fin la convenzo de bajar al pueblo para consultar al médico . Preparamos el bolso sin hablar . Cuando camina hacia el auto se para en el jardín . Mirá , me dice . Donde estaban las gardenias ahora hay otra cosa . Una capa grisácea cubrió por completo las hojas , y alrededor de los capullos secos y amarillentos brotaron unos pétalos ásperos y rojizos que los envuelven formando una especie de corola amariposada . No sé si es porque sé que se trata de una flor parasitaria , pero el aspecto de las flores me provoca cierta repugnancia . Pero están ahí : donde antes no había más que un capullo seco , hay algo que no sabemos bien qué es .
Viajamos sin hablar . No puedo saber qué ocurre en la cabeza de Laura pero imagino que es algo parecido a lo que pasa en la mía . Un par de veces estoy a punto de decir algo , pero temo que la voz me traicione . Ella tiene la mirada perdida en las montañas que ondulan a lo largo del camino .
El médico no está pero nos informan que no tarda . Nos sentamos a esperarlo . Laura hojea sin interés una de esas revistas de chismes de la farándula mientras yo doy vueltas en la sala y salgo a la calle un par de veces para mirar hacia las esquinas . Cuando el médico llega me saluda con un apretón corto y demasiado suave . A Laura le da un beso y le deja una mano en el hombro mientras le pregunta cómo está . Nos hace pasar a un consultorio luminoso , con una ventana amplia que da a un jardín en el que crecen algunas plantas . Las miro , tratando de reconocerlas , mientras Laura se desviste detrás de un biombo . Vuelve con una bata blanca y se recuesta en la camilla . Le agarro la mano mientras el médico la revisa y ella me aprieta fuerte apenas siente el frío del estetoscopio en la panza .
No sé muy bien qué pasa después . Estoy ahí , pero es como si no estuviera o como si todo ocurriera en otro lugar . Sé que el médico habla , que Laura llora , que yo la abrazo . Pero es como si en realidad no fuera yo sino alguien que se me parece y yo estuviera viéndolo todo desde algún lugar distante . Lo único que sé con seguridad es que el médico tiene que dar unos pasos hacia atrás porque el dolor es algo invisible pero denso y compacto , y entonces no le queda
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