El Corán y el Termotanque | Sexto número Año 2, número 6 | Page 29

SÍNTESIS CACOFÓNICA DEL 20 DE MAYO Por Mariana Travacio U n recinto cuadrangular, unas sillas, pocas, en auditorio, unas personas, mansas, de pie, y la cacofonía que se estrella entre esas paredes grises, a ratos celestes, refractarias, que repiten, que superponen, unas pocas voces graves, estridentes, que salen de la oficina vidriada como una pecera, para todos, que se mezclan, que conjugan: ¿su domicilio?, firma, aclaración, al pie, firma, al pie, ¿su domi- cilio?, constancia, al pie, firma, aclaración, ¿su domicilio? Un silencio abrupto, unas miradas que se yerguen, atienden, se avivan, un vacío en la pecera, sin nadie, nada adentro; las personas mansas, dóciles, de pie, y un vigilante que balbucea: cambio de turno. Unas personas mansas, de pie, se concentran en la pecera vacía: un minuto, cinco, siete, doce. Estertores imperceptibles, ínfimos, acomodan músculos, rígidos, sacuden rostros, impávidos, menean manos, duras, reposicionan, reaniman, relanzan. Una señora se asoma, en la pecera, desde la puerta del fondo, atisba, promete, se va. Viene otra, sobretodo negro, agua en mano, no mira, no registra, no ampara. Deposita el agua en donde no vemos. Desaparece. Aparece una tercera, sobretodo beige, agua en mano, la deposita, desaparece. Nadie en la pecera. Un minuto, cinco, siete, doce. Aparece una vieja, la del sobretodo negro, sin sobretodo, no mira, dice: Constancias. Y aclara: Todas. Una marejada de manos, de piernas que se mueven, de cuerpos que se estiran: entregan las constancias, todas. La vieja desaparece de la pecera. Los cuerpos se aquietan solos, de pie. Nadie en la pecera. Dos minutos, cinco, siete, quince, más. Otra vieja se asoma, la del sobretodo beige, sin sobre- todo, dice: Ya no hay orden, a como aparezcan iremos llamando. Y desaparece. Vacía la pecera frente a unas personas mansas, cansadas, de pie. Y se escucha, al rato, como agonía, unas pocas voces tristes, gastadas, que salen de la pecera, para todos, que se mezclan y conjugan: Rodríguez, ¿su domicilio?, al pie, firma, aclaración, Gutiérrez, ¿su domicilio?, al pie, firma, aclaración, Rubinstein, ¿su domicilio?, al pie, firma, aclaración, Gorosito, ¿su domicilio?, al pie, firma, aclaración. Dos horas cuarenta y ocho minutos para salir del recinto cuadrangular: tengo mi documento, lo sostengo entre mis manos, incrédulo, en un sobre azul, de plástico, lo estrujo para no per- derlo, y cruje. Salgo del todo, respiro el frío polar del cielo azul de las doce. Camino, despa- cio, la vereda angosta, el piso sucio; salteo, con cuidado, atento, el escupitajo, ese perro, la deyección, el hombre, la señora, el apuro. Corro, porque recuerdo, de golpe, la hora. Acelero, no miro, me agito: piso todo, ya no importa. Piso mal, me doblo, me caigo, me lastimo, me 27