El Corán y el Termotanque | Sexto número Año 2, número 6 | Page 22
gueo y hablaba de que no hay que darles de comer, porque
siempre te la quieren dar. Otro acompañó el seminario con
una historia de vida que los demás conocían, y terminó la
exposición con una verdad incontrastable: «Igual a vos te
largan al toque porque sos rubio».
Como si estuviese guionado, a los pocos segundos un
oficial se acercó a las rejas. Dijo un nombre acompañado
de «Te vas y no vuelvas a romper las pelotas, porque la
próxima vez dormís acá». El aludido celebró, repartió un
abrazo fraterno a los que estábamos ahí y se fue. Diez minu-
tos más tarde dijeron el mío. Saludé, respetando el ritual, y
comencé a cambiarme. Recuperé mis cosas y les pregunté
si me podía ir. «Estamos esperando la confirmación de la
Seccional de Melincué para ver si el automóvil tiene pedido
de captura. Si está todo en orden se puede retirar», con-
testó de mala manera un oficial que no tenía más de treinta
años. Pregunté cuánto tardaban en comprobar eso y dijo
que dejara de hacer preguntas. Selló un par de papeles en
los que vi mi nombre, algo relacionado a la vía pública y el
exhibicionismo y fui a buscar a Camila.
Estaba seria mirando el piso en la oficina del responsa-
ble del turno de madrugada. Nos dijo que nos podíamos
ir y que no hiciéramos más pelotudeces porque tenían
demasiados quilombos como para soportar a una vecina
indignada que denuncia a dos pendejos por coger arriba de
un auto. Pensé en esa vieja y sentí un odio que no conocía
hasta el momento. Yo sólo quería llegar a casa y desper-
tarme anteayer. Tenía que estar antes de las seis porque mi
viejo necesitaba el auto. También dejarla a ella en la pen-
sión y apostar a un reencuentro o desaparecer de la vía lác-
tea. El cana seguía hablando y nos pidió que firmáramos
donde él ponía el dedo. Garabateé mis iniciales y senten-
ció: «O pagan un telo o le pagan al policía, pero esto no
lo hacen más, ¿estamos?». Los pibes tenían razón, estaba
claro quiénes eran los buenos, los malos, pero sobre todo
quiénes los perejiles
20