El Corán y el Termotanque | Segundo número | Page 20

LO QUE SOY Por Jeremías Walter Ilustración: Sergio Molina T reinta minutos me bastaron para saber que no podría dormir más. Nuevas energías; tal vez bastó ese tiempo para conectarme con la parte oscura, la cara invisible, aquel mundo único en el que es posible hacer todo con nada. Aquí ha quedado todo por digerir. Y dioses viejos. Viejos y cansados. El aire se ha viciado por un humo que de ningún lado procede. ¿Cuán permeable fui? ¿Cuánto de aquel mundo oscuro dejé penetrar en el nuestro? Debo controlar mis sueños. Por algún hueco se filtra cierta luz de la noche: la ciudad nunca descansa, y así me lo hace saber. Giro y a mi derecha descansa, con un sueño tan pesado que tanto más la hunde en el colchón. Una idea grosera recorre lentamente el alma, pero no puedo descifrarla. La boca inquieta. Siento masticar algo pero la cavidad está vacía. Abundante saliva segregan las glándulas que saben, más que yo, que algo está por suceder. Tiemblo. Como un imberbe. Una inteligencia primitiva me dice que no moleste a la bestia. Pero el calor corporal se ha adelantado y, entre gotas de sudor, acelera las manos. Despego de la cama bruscamente, tal vez porque así la despierte y me ahorre el futuro. Pero no. Sigue dormida. Nunca dos ojos descansaron tanto. Enciendo la luz del baño, necesito quitar este demonio de mí. Bebo agua helada para lubricar la razón. Grave error. Como si hubiera bebido combustible, emprendo decidido la marcha. Me arrojo a su lado, envuelto en el más espeso silencio. Mis manos se detienen frente a su rostro. No volverá a ser el mismo. Ni lo que soy, seré. Tiemblo tanto. Un sabor amargo en el paladar. Un instante de vida detenido. Sólo su respiración empuja al tiempo a seguir. Ya estamos en esto. Tomo violentamente su boca. Mis manos le cubren toda la cara. Despierta, sin embargo, lent HH