El Corán y el Termotanque | Quinto número Año 2, número 5 | Page 4

LA VEREDA DE LOS POMELOS Por Flor Intheflowerland Ilustra Diego Fiorucci S i el tipo no hubiera estado por chocarme, ya estaría tocando timbre de mi amiga. La esperaría abajo dos minutos y en diez más, las dos estaríamos sentadas al lado del río, tomando mate. Tantos días lloviendo y justo ahora el tipo me cruza, arruinando todo. Tendría unos cuarenta años. Venía en sentido contrario y caminaba sin dejar de mirar hacia atrás. El radar de todas formas parecía funcionarle, porque llegó a detectarme a tiempo, trazar una línea alternativa en su camino para evi- tarme, y recién después se concentró en mirar al frente. paseaba, y no otro. De a ratos un cambio sutil en la tensión de la correa reacomodaba el paso del viejo o del perro. En esos momentos no se sabía quién conducía a quién, como si los dos tuvieran igual peso en la decisión de ir hacia allá, o hacia el otro lado. No les hacía falta mirarse para tener la certeza del otro, para adivinarse en esos ruidos y gestos familiares que venían del costado. Se parecían un poco, aunque al viejo parecía pesarle otro tipo de tumor: sus años amarillos llenando de plomo las alpargatas, un pomelo pro- pio que había tardado en crecer pero que ahí estaba, amane- cido como un sol que llega a