El Corán y el Termotanque | Quinto número Año 2, número 5 | Page 39

Por Trifón Ajetreo Ilustra Lara Barovero El diablo come carne fresca y mastica hasta que los dientes se llenan de sangre hasta que la lengua saborea el frío sobre el final de los finales. Se regocija desde el fuego y nos mira, ofrece un pedazo «está bueno», dice y acercás la lengua no te disgusta, y empezás a sospecharte peor de lo que te hicieron creer en casa tus tías tus amores tu maestras de colegio; primero los pelos, que son pocos, pero son debajo, tejidos que gritan, células que desaparecen y el dulce calor humano. Mordés porque es el momento porque la miseria corroe y no hay dioses que te salven: clavás los colmillos para arrancar lo que los mandamientos prohíben. Tal vez así sea, pensás el placer explosivo de los últimos minutos caminar sobre el filo reconocer la bruma saberse perdido encontrarse disperso; quizá de eso se trate, suponés, esta podredumbre de respirar en falso vivo. Todo eso camina por tus ojos mientras seguís excavando entre la piel y los huesos. Te duele y te encanta, dolor extraño que termina en un poema sin forma con un cuerpo destruido muriendo entre los dientes: el tuyo. 37