EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 37

«Exactamente lo mismo ahora que en tiempos de Lutero» –dije yo. «En aquella época el tráfico judío de influencias, en el presente la política judía. Si uno quiere hacerle frente, rápidamente se le imputa que quiere apartarse de Cristo para echarse en brazos de Wotan o vaya usted a saber de quien. Cabezas de chorlito incapaces de evadirse de su propio desnortamiento ya pueden asirse a semejante tabla de salvación, que no consentiremos un absurdo semejante entre nosotros. En Cristo, la Encarnación suprema de lo humano, encontramos todo lo que necesitamos; y cada vez que hablamos ocasionalmente del dios Baldur, resuena siempre un acento de alegría, procedente de la satisfacción que da el ver que nuestros ancestros paganos ya eran lo bastante cristianos como para presentir a Cristo de esa forma figurada. También tenían ya (ha habido antes)*****a un Judas, a un Loki. ¿Qué nombre recibe hoy? El de Logia. Habla en francés, y el hermano de la Logia es objeto de revelación». «¡El humanista!» –golpeó Hitler con el puño cerrado sobre la mesa. «El hombre de la tolerancia, de la Libertad, Igualdad, Fraternidad ! ¡El flautista de Hamelin! El judío en su condición de francmasón, que instruye solícito al mundo sobre la forma de construir castillos en el aire! No hay mejor bocado para él que el erudito, el sabelotodo, el arribista. Desde que hay lógicos dialécticos, se arremolinan en manadas bajo el Amo de la lógica. Ya Ulrich von Hutten (115) se contaba entre ellos. ¡He dado el paso!, gesticula de forma grandilocuente, de acá para allá. « Lo que queda por preguntar» –le interrumpí riendo- «es qué paso es ese que ha dado. Me parece que el de “ser un necio por propia iniciativa”, como dijo Goethe. Y así pues, en lugar de pillar a los auténticos oscurantistas, pilló igualmente a los falsos. Para saber de qué pie cojea basta con leer el poema en que felicita con rimbombante entusiasmo al príncipe elector Alberto (116) por la atroz tortura y quema del judío renegado Pfepfferkorn (117) . No hace al caso saber por qué motivo había puesto al descubierto Pfefferkorn el odio anticristiano presente en ciertos textos religiosos judíos, si por ansias personales de venganza, o si, lo que parece más probable, porque en él la maldad judía se había dejado llevar ya del todo por el ansia de aniquilación, por una ilimitada tentativa de destrucción. Lo que sí que pasó es que le dio a los judíos en su punto más sensible; y lo que sí que pasó es que a causa de ello el humanista Hutten cayó sobre él por la espalda al instante. Lo que resulta clarividente es que el Príncipe elector Alberto rechazaba el h umanismo, cuando menos por lo que se desprende del trato humano que le dio al tal Pfefferkorn. Mayor motivo aún para que la gran lumbrera Reuchlin (118) tampoco dejara escapar la ocasión. Este “mejor conocedor de los hebreos en Alemania” fue el que, en los susodichos textos religiosos judíos, poniendo todo su empeño, fue incapaz de descubrir el menor indicio de envergadura de odio contra el cristianismo, dictaminando tan campante en ese sentido. “Con la minuciosa escrupulosidad del auténtico docto”, recalca con la misma pachorra el lujoso tomo “En la Aurora de la Reforma” (119) . Lo escrupulosos que eran los humanistas lo delata el propio libro en alguna otra parte, aquella en la que trata de su máximo héroe, Erasmo (120) . No perdía ocasión de lisonjear rastreramente para sacar oro y presentes. ¡O SANCTA HUMANITAS!» «¡Y semejante compañía» –tronó Hitler- «es la que estaba tras del incauto de Lutero como elemento impulsor! Pues esto es lo que era Lutero en la época en que inició el combate. ¡Cómo se enfrascaba de lleno ya en su 35