Diego Colomba /Antología | Page 6

SANTA FE Pequeñas partículas de materia oscura Te cuesta creer que esa mancha oscura que se pierde en el agua imaginaria del camino te haya traído hasta acá. Pero es así. Respiraste su atmósfera viciada. Te envolvió el sinsentido de las conversaciones. Trastabillaste como un pelele en la banquina raleada y una pasajera no pudo contener la risa. Vos también te hubieras reído de haberlo visto. Vos también te reíste de hecho poco después. Ahora es palpable el aire frío que te entra en los pulmones. La luz del sol. No podrías desconfiar de estas evidencias y sin embargo ni las primeras arboledas ni las primeras casas bajas ni ese chancho que se mueve salpicado con barro pueden explicar tu decisión de seguir adelante. No te basta –no puede bastarte, pensás– esta materia luminosa que te sale al paso. De La hospitalidad del mundo ¿Renegaría de la hora que respira? Aquella persona extraña de inocultable parecido familiar en el modo con que arrastra sus pasos hacia la ruina de la vieja estación ferroviaria que acaba de hacer un parate en el camino de ponerse en puntas de pie para tomar el pequeño fruto de un árbol llevárselo a la boca sentir el asedio desapacible de su sabor. De El largo aliento La perdición del pan El aire de los días hizo de él un resto que bien puede irse a parar al tacho donde se juntan el agua hervida, la yerba mate, las cáscaras, las colillas de cigarro, los saquitos de té y los huesos, en un acre mejunje que hay que tirar afuera, antes de que rebalse, para engordar a las gallinas. Pero no hay más pan bueno en la alacena, ni grisín, ni galleta para romper sobre la sopa, y decide agregarle esos pedazos duros, que ahora ceden, se ablandan, prodigan, en su sustancia, su propia sal. 216 ANTOLOGÍA FEDERAL DE POESÍA De El largo aliento