Destinos y Negocios Magazine 02 | Page 13

Tuve la suerte de disfrutar estas fechas en el estado de Michoacán, con un recorrido que comenzó en Morelia, su capital, donde las catrinas, catrines, altares catrinas, catrines, altares con diversas ofrendas, y fachadas hermosamente decoradas te dan la bienvenida, lo que no te evita el asombro sobre las diversas manifestaciones que se ven en los pueblos de Quiroga, Pátzcuaro, TzinTzunTzan y Janitzio que están entre lo pagano y lo espiritual, entre la alegría y la tristeza, entre lo inesperado y lo que se acostumbra a ver en fecha especial. Es increíble ver como de cualquier rincón del globo llegan viajeros ávidos de experimentar en primera persona esa mezcla de lo pre- hispánico, lo colonial y lo contemporáneo del día de muertos, oler y conocer a la flor de cempasúchil, que adorna los cementerios y los altares, internarse como gente local para probar el pan de muerto, el atole o el champurrado, gozar del tequila, mezcal o pulque (según los gustos del difunto y sus familiares), así como dedicarle canciones de mariachi o banda, vestir con su mejor atuendo para honrar al que ya no está; todo para honrar su “presencia” espiritual en esta noche especial que se les permite venir al mundo terrenal.Hay que prepararse para admirar todo: desde cómo se rinde tributo a los niños, almas que no duraron mucho tiempo entre nosotros, de cómo se canta, de cómo se vence al frío del cementerio invitando a los demás a compartir con ellos, en las casas, cómo se iluminan con veladoras Hay muchos lugares para gozar de estas tradiciones tan mexicanas, aunque algunas pueden tener pequeñas variantes según la zona geográfica: ya sea en la Huasteca Potosina o Hidalguense, Huaquechula en Puebla, en Oaxaca, Mixquic en Ciudad de México o destacando el sincretismo religioso y el arraigo por su herencia, una experiencia totalmente inolvidable y que nos hace re pensar sobre la huella que dejaremos al irnos entre nuestros seres queridos.