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El Arte de “Juniniar”

Por todo el pasaje Junín no solo se puede encontrar todo tipo de mercancía, también todo tipo de personajes curiosos, desde predicadores que salen con su Biblia bajo el brazo y con voz recia predican la palabra de Dios, hasta parejas de enamorados que con tal de pasar un tiempo juntos se sientan a comer un helado y a conversar mientras ven pasar la gente, y no ha de faltar el que toma una siesta sea porque este muy agotado o simplemente porque estando allí le “cogió el sueño”.

También se encuentran los repartidores de propaganda de los que dicen llamarse “adivinos”, y la competencia es bastante grande, se encuentran desde yerbateros hasta gitanas, que rivalizan por decir el futuro con tarifas bastante económicas.

Cabe nombrar que en Junín también se encuentra la zona de la rumba, donde los bailaderos se llenan a partir de los jueves en la tarde, hasta la madrugada del día siguiente, incluso uno de ellos lleva el nombre del “Juninazo” en honor a éste pasaje donde está ubicado.

Junín es una calle que aparte de que en ella se pueden encontrar todo tipo de mercancías, encierra gran parte de la historia de la ciudad. Ésta ha cambiado a través del tiempo, ha dejado de ser un sitio donde anteriormente venía a pasear la gente de la alta sociedad, y se ha convertido en una calle llena de gente, ruido y comercio, pero a pesar de esto, este pasaje peatonal siempre será un referente y punto de encuentro de las personas, por que sea cual sea el estrato de éstas, siempre estarán involucradas con lo que es y lo que representa Junín para Medellín.

Otra mirada un poco cruda y sin censura que presenta una visión sobre el Junin actual es la de Álvaro Cadavid:

El pasaje La Playa – Parque de Bolívar evolucionó en un completo mercado persa lleno de vendedores, donde lo pensable y lo impensable se enfrentan en una lucha mercantil sin tregua, como la venta de discos y libros piratas, loteros, gente entregando papelitos con propaganda de adivinas, palacios del colesterol llamados El Tragadero, El Embuchadero o El Meloneadero “todo a $500” y hasta la grotesca y nauseabunda chunchurria tiene un gran palco de honor. Y lo que una vez fue la zona más exclusiva de Medellín se convirtió en un paraíso para rebuscadores, atracadores, prostitutas y travestis. ¡Qué pesar!

Queda claro que los lugares tienen vida y cuentan una historia de costumbres, moda, rituales, tradición y añoranza como la que siento al pensar que bonito seria conocer el Junin antiguo y ver desde mi balcón como florece el centro de Medellín.

Sofía Castrillón Castañeda

Klasse 8C