DeSpejo Medellin 7 | Page 50

Cuando pienso en cuáles son los primeros recuerdos que tengo de mi relación con la filosofía, aparece siempre en mi cabeza la imagen de las montañas repletas de pinos que se veían desde la casa de mi abuela.

Tendría yo unos siete años cuando, mirando esas montañas sentada en el sillón de la casa, trataba de entender dónde quedaba el centro de la mente.

Esta reflexión tuvo lugar a partir de mi mamá, quién ante mi pregunta acerca del origen de los pensamientos, me dijo que estos “nacían en el centro de la mente”. Nunca logré encontrar ese centro, pero mi búsqueda de este me aportó otros elementos que me llevaron a concluir que cada cosa que uno hacía era previamente dictada por una idea o pensamiento. El momento quedó grabado en mí como el instante en el que comprendí que algo intangible como la mente era tan poderosa como para regir las acciones humanas, y a su vez como el instante en el que por mis propios medios había elaborado una respuesta propia, sin que nadie me la dijera.

Años después aprendí que ese proceso de reflexión acerca de un interrogante, que en mi caso incluyó analizar y desglosar tantos elementos que tuvieran relación con la mente como fuera posible, se llama filosofar. Me enteré que muchas personas a lo largo de la humanidad se habían dedicado a elaborar sus propias respuestas a distintos interrogantes concernientes a todas las áreas que componen la existencia humana, y que a ellos se les llama filósofos. Y también aprendí que había un nombre que agrupaba tanto los procesos de reflexión, como los interrogantes y las diferentes respuestas: filosofía.

En un primer momento, para mí la filosofía era solo hacer preguntas y buscar las respuestas. Sin embargo, a medida que crecí y entre más leía, más me daba cuenta de lo pequeño que se quedaba este concepto al lado de las miles de interpretaciones acerca de lo que es filosofía. Entonces me di a la tarea de definir yo misma qué era la filosofía.

A pesar de que uno de los motores de esta es el cuestionamiento en la búsqueda de una respuesta verdadera, pues tal como dice Russel “en casi todas las filosofías, la duda ha sido el aguijón y la certeza ha sido el objetivo”; por lo que yo misma reflexionaba a partir de lo que leía, la filosofía es más que buscar una respuesta, más que “el amor a la sabiduría” como lo sugiere su etimología. Es en sí mismo el proceso de pensar; el dudar, el buscar conocer, el querer ver más allá de lo que veías en primera instancia, es buscar las conexiones entre diferentes cosas, tratar de comprender y explicar por qué y cómo, de diferenciar lo que es de lo que no, de encontrar las soluciones a los problemas y los orígenes de los mismos, es analizar la vida, la existencia, las diferentes concepciones de éstas y darte cuenta que en medio de tantas respuestas diferentes ninguna es correcta y a la vez todas lo son, pues su validez depende del caso personal de cada individuo.

La cuestión radica en que, tal fue la variedad de aseveraciones que encontré acerca del concepto de filosofía, que la respuesta concreta fue que no había respuesta concreta. Esto también lo plantea Russel en su texto: “Los filósofos han diferido también ampliamente en cuanto a las respuestas que sugirieron para aclarar esas dudas e, incluso, en cuanto a si es posible una respuesta.” refiriéndose a la gran cantidad de diferentes planteamientos que hay para cada interrogante.

Es curioso que sea el proceso mismo de filosofar el que origine semejante variación y cantidad de respuestas. Y esto reafirma la idea de que la filosofía no funciona como un área de clasificación, bajo el cual se agrupan ciertas tesis que siguen ciertos parámetros y las demás se descalifican como falsas. Sino que es el acto mismo, desde el principio hasta el final y con todas sus variaciones, de formular estas tesis. Por ende, dentro de lo que se toma como filosofía tienen cabida todos los posibles interrogantes, respuestas y planteamientos nacidos de la reflexión humana, y hasta la ausencia de una respuesta clara se vuelve una respuesta válida. Esto aplica también para las definiciones de filosofía.

Finalmente, fue esta mezcla ambigua de respuestas la que adopté como respuesta personal final a mi pregunta, porque para mí esta falta de claridad decía más que una sola respuesta. Por esto, antes de responder a la pregunta planteada deseo ilustrar mejor el concepto que tengo de filosofía a través de la siguiente alegoría:

Imaginemos una paleta de colores, en dónde cada color equivale a un elemento de lo que consideramos la existencia humana. Debe tenerse en cuenta que dentro de la paleta de colores existen muchos tonos de un mismo color base, lo que serían diferentes interpretaciones y significados de un mismo elemento. El ser humano sería el individuo que pinta en un lienzo y decide de qué forma y con qué colores elabora su cuadro, pues es el ser humano quién estructura su visión de la vida.

El lienzo en blanco sería la vida del individuo, mientras que la imagen que se pinta en este, con sus colores y formas, equivaldría al significado total, compuesto por significados individuales, que cada individuo le atribuye a su existencia. La filosofía sería en este caso, tanto el pincel que recoge los colores y obedece el movimiento del brazo para mezclar varios tonos, hacer alguno diferente y trazar una forma en el lienzo, como el proceso que hace el individuo llamado pintar, que va desde la decisión de la forma y el color hasta el movimiento del brazo.

Esto significa que la filosofía es la herramienta y el proceso en sí mismo que utiliza el individuo para tomar cada elemento de la existencia, analizarlo, buscar respuestas sobre este y finalmente darle un significado –un tono- y lugar en la vida propia.

Todos los cuadros (las diferentes interpretaciones de la existencia) son productos del acto de pintar, por lo que a todos, sin importar qué tan diferentes sean, se les llaman “pinturas” y todos entran en la categoría de “Pintura”. Lo mismo con la filosofía, que finalmente abarca todas las tesis y a todas se les llama “planteamientos filosóficos”.

Es por todo lo dicho anteriormente que me identifico más con la caricatura de Mafalda, hecha por el señor Joaquín Salvador Lavado, en cuánto al concepto de filosofía. Mafalda, con toda la gravedad del caso (pues hasta mesita de té coloca) le pregunta a su padre “qué es la filosofía”, y la sencilla contestación que nos plantea el autor es el hecho de que el padre no es capaz de dar una respuesta, y se vuelca a buscarla en diferentes fuentes de conocimiento.

En este caso, la dificultad para definir el concepto de filosofía se vuelve en sí misma la respuesta, pues evidencia claramente que la filosofía no es un explicable a través de un único concepto conciso, pues no es una única cosa. Además, la caricatura también podría sugerir que la filosofía es el acto en sí mismo de reflexionar acerca de una cuestión con el propósito de hallar una serie de respuestas a los interrogantes planteados sobre esta, y así darle un lugar en la propia existencia.

¿Qué es la filosofía?