Cuícatl Rock Mayo-Junio, 2014 | Page 48

En noviembre de ese mismo año, a invitación de Jorge Pantoja y Ángeles Mastretta, se realizó el Segundo Festival de la Canción Rupestre del Museo Universitario del Chopo de la UNAM, una serie de presentaciones de músicos pertenecientes al movimiento de rock en español en la ciudad de México, cantautores como Jaime López, Guillermo Briseño, Roberto González, Eblen Macari, Nina Galindo, Rafael Catana, Roberto Ponce, Alex Lora (por entonces recién separado de Three souls in my mind) y el propio Rockdrigo . Aunque ya desde 1982 entre Jaime López y el saxofonista Alain Derbez habían organizado las primeras Jornadas de la Creación Rupestre en el Centro Cultural Ollin Yoliztli, Rockdrigo fue el autor del Manifiesto rupestre, un texto que acompañó a la difusión de la serie de conciertos en el Museo Universitario del Chopo: “No es que los rupestres se hayan escapado del antiguo Museo de Ciencias Naturales ni mucho menos del de Antropología, o que hayan llegado de los cerros escondidos en un camión lleno de gallinas y frijoles. Se trata solamente de un membrete que se cuelgan todos aquellos que no están muy guapos ni tienen voz de tenor ni componen como las grandes cimas de la sabiduría estética, o (lo peor) no tienen un equipo electrónico sofisticado lleno de sintes y efectos muy locos que apantallen al primer despistado que se les ponga enfrente. Han tenido que encuevarse en sus propias alcantarillas de concreto y en muchas ocasiones quedarse como el chinito ante la cultura: “nomás milando”. Los rupestres por lo general son sencillos, no la hacen mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron... son poetas y locochones, rocanroleros y trovadores, simples y elaborados. Gustan de la fantasía, le mientan la madre a lo cotidiano, tocan como carpinteros venusinos y cantan como becerros en un examen final del conservatorio”. 48