Cutaway Guitar Magazine | Page 45

-El mundo es cruel y desconocido, el mundo está demasiado cargado de odio, el mundo apesta dentro de su hermosura -pensaba Kurt. Meditar en medio de un silencio espectral mientras el sol se escondía era un momento de una belleza salvaje y brutal, un color terracota de tintes mágicos invadió el lugar y también él pensó en desaparecer. -Hoy todo podría cambiar -barruntaba para sí mismo el chico. La sensación de los momentos de quietud te ofrecen cosas nuevas, esa sensación seminal de los momentos de quietud solo se perciben en momentos espectrales y hermosos como éste -pensaba Kurt con cierta tristeza. Mientras, un leve rumor le llegaba desde la sala de reuniones. Qué cojones estaban hablando esos chalados -pensaba. Tuvo otro pequeño deseo..., rajar el cuello de algún hijo de puta. Estaba empezando a odiar a Connducci, era como una losa que le aprisionaba y no encontraba mejor manera de liberación que esa. Cogerlo en algún momento de descuido y ¡zas! Comía con lentitud mientras lo pensaba, miraba fijamente a la oscuridad con la voz de Jack Bruce de fondo, miraba fijamente sobre la oscuridad, miraba fijamente entre la oscuridad, quería fundirse en ella porque tal vez la oscuridad era lo más intangible que podía existir. Cierto es que en el pasado le unía una extraña amistad con Connducci, los tiempos de la gasolinera y todas esas cosas, el encuentro con Valmo y las historias de desiertos y desaparecidos. Decidió ir hacia su bungalow, tal vez sería provechoso escuchar algo, al entrar sonaba por la radio el “Fire”. Cuando Connducci decidió iniciar sus aventuras por Europa, Kurt creyó que lo mejor era seguir a su colega, pero después supo que no tomó la mejor opción. -¡¡Guau!!..., ¡¡¡The crazy world of Arthur Brown!!! -exclamó el chico con cierto nerviosismo. Ronnie, por su parte, se quedó en el desierto y desde entonces nunca más supo de él. Decidió prepararse algo de cenar mientras sonaban algunos hits de rock psicodélico de Donovan, Traffic y Cream. Y ahora él se encontraba en un punto inexacto del centro de la vieja Europa, el norte y el sur quedaban a ambos lados, se encontraba como en medio de una gran brújula sin saber muy bien hacia dónde mirar y mucho menos hacia dónde ir. La noche habitaba en aquel lugar, salió al pequeño porche y el leve sonido de un búho le transmitía pequeñas alertas, pero no sabía de qué. Sencillamente era todo un desastre, sencillamente eso -pensaba con cierta angustia Kurt. Y además estaban todas esas locuras de Connducci que no llevaban a ningún sitio. Seguramente tendría que tomar alguna decisión sobre todos esos asuntos y quedar al margen de ese mundo de charlatanes y presuntuosos. Escapar como siempre, escapar y desaparecer como Wesley y Valmo. Pensaba en ellos aunque tan solo conocía a Valmo. En ese extraño puzzle algunos se habían cruzado en su camino pero otros no y los demás se habían cruzado entre ellos, así que le faltaban algunos, suponía que era cuestión de tiempo. Algunos estaban escondidos en lugares que no conocía, otros simplemente habían desaparecido, nada sugería si quiera que estaban en algún lugar y a otros los sentía cerca aunque no sabía nada de ellos. Esa era su realidad ahora, los demás y él. Todos ellos dando vueltas en un mismo círculo, algunos de ellos cruzándose unas veces, otros intentando encontrar algo sin ser vistos y todos ellos y de nuevo, dando vueltas sobre un mismo círculo. Toni Garrido