-El mundo es cruel y desconocido, el
mundo está demasiado cargado de odio,
el mundo apesta dentro de su hermosura
-pensaba Kurt.
Meditar en medio de un silencio
espectral mientras el sol se escondía
era un momento de una belleza salvaje
y brutal, un color terracota de tintes
mágicos invadió el lugar y también él
pensó en desaparecer.
-Hoy todo podría cambiar -barruntaba
para sí mismo el chico.
La sensación de los momentos de quietud
te ofrecen cosas nuevas, esa sensación
seminal de los momentos de quietud solo
se perciben en momentos espectrales y
hermosos como éste -pensaba Kurt con
cierta tristeza.
Mientras, un leve rumor le llegaba desde
la sala de reuniones. Qué cojones estaban
hablando esos chalados -pensaba.
Tuvo otro pequeño deseo..., rajar el
cuello de algún hijo de puta.
Estaba empezando a odiar a Connducci,
era como una losa que le aprisionaba y no
encontraba mejor manera de liberación
que esa. Cogerlo en algún momento de
descuido y ¡zas!
Comía con lentitud mientras lo pensaba,
miraba fijamente a la oscuridad con
la voz de Jack Bruce de fondo, miraba
fijamente sobre la oscuridad, miraba
fijamente entre la oscuridad, quería
fundirse en ella porque tal vez la
oscuridad era lo más intangible que
podía existir.
Cierto es que en el pasado le unía una
extraña amistad con Connducci, los
tiempos de la gasolinera y todas esas
cosas, el encuentro con Valmo y las
historias de desiertos y desaparecidos.
Decidió ir hacia su bungalow, tal vez
sería provechoso escuchar algo, al entrar
sonaba por la radio el “Fire”.
Cuando Connducci decidió iniciar sus
aventuras por Europa, Kurt creyó que
lo mejor era seguir a su colega, pero
después supo que no tomó la mejor
opción.
-¡¡Guau!!..., ¡¡¡The crazy world of Arthur
Brown!!! -exclamó el chico con cierto
nerviosismo.
Ronnie, por su parte, se quedó en el
desierto y desde entonces nunca más
supo de él.
Decidió prepararse algo de cenar
mientras sonaban algunos hits de rock
psicodélico de Donovan, Traffic y
Cream.
Y ahora él se encontraba en un punto
inexacto del centro de la vieja Europa, el
norte y el sur quedaban a ambos lados, se
encontraba como en medio de una gran
brújula sin saber muy bien hacia dónde
mirar y mucho menos hacia dónde ir.
La noche habitaba en aquel lugar, salió
al pequeño porche y el leve sonido de
un búho le transmitía pequeñas alertas,
pero no sabía de qué.
Sencillamente era todo un desastre,
sencillamente eso -pensaba con cierta
angustia Kurt.
Y además estaban todas esas locuras de
Connducci que no llevaban a ningún
sitio. Seguramente tendría que tomar
alguna decisión sobre todos esos asuntos
y quedar al margen de ese mundo de
charlatanes y presuntuosos.
Escapar como siempre, escapar y
desaparecer como Wesley y Valmo.
Pensaba en ellos aunque tan solo conocía
a Valmo. En ese extraño puzzle algunos
se habían cruzado en su camino pero
otros no y los demás se habían cruzado
entre ellos, así que le faltaban algunos,
suponía que era cuestión de tiempo.
Algunos estaban escondidos en lugares
que no conocía, otros simplemente
habían desaparecido, nada sugería si
quiera que estaban en algún lugar y a
otros los sentía cerca aunque no sabía
nada de ellos.
Esa era su realidad ahora, los demás y él.
Todos ellos dando vueltas en un mismo
círculo, algunos de ellos cruzándose unas
veces, otros intentando encontrar algo
sin ser vistos y todos ellos y de nuevo,
dando vueltas sobre un mismo círculo.
Toni Garrido