- Las manos manchadas de sangre
inútil no conducen a ninguna parte
-dijo Lucy mientras observaba el vaso
entre sus finos dedos.
Al final todo era una de esas
pantomimas que tanto le gustaba
hacer a la viciosa de Lucy, se trataba
de un jugoso cóctel de Bloody
Mary con dos gotitas de sangre
perteneciente a algún muchacho de
la ciudad.
Una exquisita copia de un retrato de
Juan Calvino de Tiziano adornaba
la lujosa estancia. Lucy volvió a
contemplar la gélida ciudad que se
alzaba a lo largo de un tapiz imperial
de calles con cierto aire lascivo,
aquel era su nuevo hogar, un ático
lleno de espacio y de luz, un espacio
que le proporcionaba el poder y
placer suficientes, muy cerca del
lugar donde Connducci realizaba sus
actividades.
Bebió entre espasmos de placer
el contenido de aquel vaso y volvió
a acomodarse en su sofá de diosa
pagana.
Roy Gallup comenzó su sesión diaria
de ejercicios y llaves de Krav Maga,
algo muy habitual en el ex militar.
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[B&B#31] postales eléctricas
Era evidente que utilizaba esas
habilidades para reducir a jóvenes a
los que extraía sangre para su joven
ama, todo estaba muy bien trazado
y cada uno tenía su función en aquel
organigrama d e perversión.
El “Ridin’ The Tiger” de Gluecifer
sonaba con fuerza mientras el
sudoroso Gallup continuaba con
sus movimientos de precisión. Lucy
suspiraba desde su sofá a la vez
que manoseaba y acariciaba con
sus uñas la portada del disco, unas
caricias que se enviciaban de manera
insistente canción tras canción.
De repente, un pensamiento cruzó
por delante de ella, un pensamiento
que se desvaneció de manera
instantánea dejando una especie de
aura luciferina, un aura espesa como
la sangre oxigenada de algún joven.
Sus ardores febriles eran pertinaces,
un ardor compuesto de deseo, de
incesante deseo por conseguir todo
aquello que se proponía.
Toni Garrido Vidal