Kurt decidió salir de la sala, caía una
tarde fresca de verano, unos pájaros
revoloteaban con frenesí en una serie
de círculos en perfecta armonía. Se
encendió un cigarrillo y se apalancó
en una zona de troncos cortados,
parecía haber encontrado algo de paz
en ese mismo instante, la verdad es
que una pequeña dosis de felicidad
era suficiente para un chico como él.
Mientras parecía entrar en un trance
somnoliento, oía un leve rumor que se
desvanecía por momentos para volver
a aparecer entre el silencio. El rugido
del bosque era lo único cierto que se
escondía en ese lugar, una sensación
poderosa le hacía estremecer, una
sensación colmada de intrigas e
incertidumbres, de vértigo tal vez e
incluso de algo más terrible.
El recuerdo era algo latente que le
acompañaba, pero era el futuro lo
que le desconcertaba, no sabía hacia
dónde iba su vida, aunque hubo un
tiempo en que sí lo tenía claro, hasta
la aparición de su colega Ronnie.
Ronnie quedó atrás, todo quedó
atrás, ahora solo había silencio y
desconcierto.
Apuró su cigarrillo mientras el sol
se retorcía entre las montañas
resistiéndose a esconderse, una
laguna de dudas profundas le
arremetían, parecía que cualquier
canción de Richard Hawley hacía
acto de presencia desde algún punto
lejano. El chico solo estaba deseando
la aparición de una sílfide más
hermosa que el atardecer..., ¿acaso
no era lo mejor que le podía pasar?
Escapar de allí y de Connducci era
lo que más deseaba, también lo hizo
Ronnie en su momento, así que él
también lo quería hacer.
Seguía en un estado letal, casi
peligroso, no le gustaba esa sensación
de desasosiego alterado desde lo más
desconocido de su interior.
-El mundo es cruel y desconocido, el
mundo está demasiado cargado de
odio, el mundo apesta dentro de su
hermosura -pensaba Kurt.
Meditar en medio de un silencio espectral
mientras el sol se escondía era un
momento de una belleza salvaje y brutal, un
color terracota de tintes mágicos invadió el
lugar y también él pensó en desaparecer.
-Hoy todo podría cambiar -barruntaba
para sí mismo el chico.
La sensación de los momentos de
quietud te ofrecen cosas nuevas, esa
sensación seminal de los momentos
de quietud solo se perciben en
momentos espectrales y hermosos
como éste -pensaba Kurt con cierta
tristeza.
Mientras, un leve rumor le llegaba
desde la sala de reuniones. Qué
cojones estaban hablando esos
chalados -pensaba. Decidió ir hacia
su bungalow, tal vez sería provechoso
escuchar algo, al entrar sonaba por la
radio el “Fire”.
-¡¡Guau!!..., ¡¡¡The crazy world of
Arthur Brown!!! -exclamó el chico con
cierto nerviosismo.
Decidió prepararse algo de cenar
mientras sonaban algunos hits de
rock psicodélico de Donovan, Traffic y
Cream.
La noche habitaba en aquel lugar, salió
al pequeño porche y el leve sonido
de un búho le transmitía pequeñas
alertas, pero no sabía de qué.
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