Cutaway Guitar Magazine CUTAWAY 64 | Page 30

T ras la salida de The ÜberMessenger, el primer trabajo publicado como líder por Fernando Girón, era necesario tener una charla con él. Cuando un artista se expone y expone su obra por encima de métodos y formas habituales siempre nos parece interesante. Esta fue la charla. música pero hablamos en segundo o tercer orden. Es decir en mi casa no existía una devoción por la música ni por cualquier expresión del arte, más allá de la mayor obviedad, es decir: Feria de Copla en la radio, la olla a presión dando vueltas a fuego lento y la figura de una bailaora de flamenco en medio del pasillo. Posiblemente ese sea uno de los motivos por los cuales me gustan tanto esos géneros folclóricos. ¿Cuándo empezaste a tocar la guitarra? ¿Hay músicos en tu familia? Mientras consigo superar el aturdimiento matinal después del concierto de la pasada noche, voy reuniendo el valor, que aunque en formación, se encuentra aún dormido para responder a las interesantes e introspectivas preguntas de tan admirada entrevista. Prácticamente no recuerdo cuando empecé a tocar la guitarra. Lo que si puedo aportar es una sensación al inicio: no comencé en una edad muy prematura, pero tampoco muy tardía. Lo que sí que recuerdo es el motivo por el cual llego a la música. 30 Cutaway Magazine /64 Mi acercamiento a la música es intelectual. Desde pequeño me interesaron muchos pensadores, al leer sus obras siempre hacían referencia a músicos los cuales me llamaron la atención. A este ingrediente hay que aderezarlo con la escasez de opciones artísticas que había donde crecí. Por tanto me encuentro en plena adolescencia buscando cada segundo que me dejasen libre para escuchar , leer o practicar música. En mi familia más directa no existe nadie que se encuentre relacionado con la música. Si subimos por mi árbol genealógico puedes encontrar personas relacionadas con la ¿Y cuando fue ese día que te das cuenta que te vas a dedicar a ello, que la música va a ser una parte central en tu vida de manera profesional? Nunca he entendido la música desde un punto de vista profesional, siempre he intentado posicionarme y definirme frente a tales palabras. La profesionalización de la música es la consecuencia de la industrialización, ese proceso trae cientos de consecuencias y una de ellas es que a los “profesionales” se les arrebata cualquier atisbo de individualidad, es decir cuando se reclama los servicios de un profesional se busca cualquiera que pueda desempeñar óptimamente una labor, en este caso defender la música que no es la suya. Aunque existan ríos de palabras sobre tal o cual músico tiene un estilo interesante, a la hora de desempeñar el trabajo a la industria le da igual quien lo hace, simplemente que cumpla con su cometido y sino que venga el siguiente, solo es un pieza en el engranaje completamente reemplazable. Por el contrario siempre me he identificado mucho más con la artesanía, donde cada menestral es un artista y es único, sus piezas son irrepetibles. En este mundo industrializado y camino a una robótica religiosa, yo elijo ser un artesano que convive entre viejas máquinas industrializadas, que al mismo tiempo son engullidas por los ceros y unos. En definitiva mi miseria solo me obedece a mí. Ese día, el día que decidí embarcar- me como pirata sin dueño en este mar de arte industrializado, siem- pre estuvo en mi cabeza ,desde que la conciencia aparece en mis deci- siones. Ese día aparece como rebeldía, como una utopía que avanza firme hacia la plenitud, como lo expone Albert Camus en “el Hombre Rebelde”,