T
ras la salida de The ÜberMessenger, el primer
trabajo publicado como líder por Fernando Girón,
era necesario tener una charla con él. Cuando
un artista se expone y expone su obra por encima de
métodos y formas habituales siempre nos parece
interesante. Esta fue la charla.
música pero hablamos en segundo
o tercer orden.
Es decir en mi casa no existía una
devoción por la música ni por
cualquier expresión del arte, más
allá de la mayor obviedad, es decir:
Feria de Copla en la radio, la olla
a presión dando vueltas a fuego
lento y la figura de una bailaora de
flamenco en medio del pasillo.
Posiblemente ese sea uno de los
motivos por los cuales me gustan
tanto esos géneros folclóricos.
¿Cuándo empezaste a tocar la
guitarra? ¿Hay músicos en tu
familia?
Mientras
consigo
superar
el
aturdimiento matinal después del
concierto de la pasada noche, voy
reuniendo el valor, que aunque en
formación, se encuentra aún dormido
para responder a las interesantes
e introspectivas preguntas de tan
admirada entrevista.
Prácticamente no recuerdo cuando
empecé a tocar la guitarra. Lo que
si puedo aportar es una sensación
al inicio: no comencé en una edad
muy prematura, pero tampoco muy
tardía. Lo que sí que recuerdo es el
motivo por el cual llego a la música.
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Cutaway Magazine /64
Mi acercamiento a la música es
intelectual. Desde pequeño me
interesaron muchos pensadores,
al leer sus obras siempre hacían
referencia a músicos los cuales me
llamaron la atención.
A este ingrediente hay que aderezarlo
con la escasez de opciones artísticas
que había donde crecí. Por tanto me
encuentro en plena adolescencia
buscando cada segundo que me
dejasen libre para escuchar , leer o
practicar música.
En mi familia más directa no existe
nadie que se encuentre relacionado
con la música. Si subimos por mi
árbol genealógico puedes encontrar
personas relacionadas con la
¿Y cuando fue ese día que te das
cuenta que te vas a dedicar a ello, que
la música va a ser una parte central
en tu vida de manera profesional?
Nunca he entendido la música
desde un punto de vista profesional,
siempre he intentado posicionarme
y definirme frente a tales palabras.
La
profesionalización
de
la
música es la consecuencia de la
industrialización, ese proceso trae
cientos de consecuencias y una de
ellas es que a los “profesionales”
se les arrebata cualquier atisbo
de individualidad, es decir cuando
se reclama los servicios de un
profesional se busca cualquiera que
pueda desempeñar óptimamente
una labor, en este caso defender la
música que no es la suya. Aunque
existan ríos de palabras sobre
tal o cual músico tiene un estilo
interesante, a la hora de desempeñar
el trabajo a la industria le da igual
quien lo hace, simplemente que
cumpla con su cometido y sino que
venga el siguiente, solo es un pieza
en el engranaje completamente
reemplazable.
Por el contrario siempre me he
identificado mucho más con la
artesanía, donde cada menestral es
un artista y es único, sus piezas son
irrepetibles.
En este mundo industrializado y
camino a una robótica religiosa,
yo elijo ser un artesano que
convive entre viejas máquinas
industrializadas, que al mismo
tiempo son engullidas por los ceros
y unos. En definitiva mi miseria solo
me obedece a mí.
Ese día, el día que decidí embarcar-
me como pirata sin dueño en este
mar de arte industrializado, siem-
pre estuvo en mi cabeza ,desde que
la conciencia aparece en mis deci-
siones.
Ese día aparece como rebeldía, como
una utopía que avanza firme hacia
la plenitud, como lo expone Albert
Camus en “el Hombre Rebelde”,