Además tengo ganas de echarle el
guante a ese Kurt -susurró Lucy
mientras sorbía una vaso de agua.
El mal tiempo daba paso un día
luminoso y caluroso, algo que
alegraba el semblante de la muchacha
que tenía ganas de iniciar un nuevo
capítulo en su vida de forajida. En
el fondo sabía que era su forma de
vida, y sabía que todo lo que había a
su alrededor era por algo, nada era
casual y, desde luego, tampoco lo era
Kurt al igual que no lo fueron John y
Ronnie.
Se apoyó de manera descuidada en
una barandilla y observó el paisaje,
más allá de los estanques circulares
y de la maquinaria de la depuradora,
surgían unas lejanas montañas
que sugerían infinidad de visiones,
infinidad de instantáneas pasadas y
futuras. Se preguntaba por Kurt, todo
lo que sabía de él era a través de la
información de Ugarte, así que lo sabía
casi todo del chico de la gasolinera.
Quería llegar hasta él y algún tipo de
tic nervioso le invadía, tal vez el ansia
le traicionaba o cierta inseguridad
al rechazo. Pero, ¿cómo podía tener
esas dudas una mujer como ella?, se
preguntaba.
La duda, esa incesante duda, esas
dudas que lo imprimían todo, que lo
sellaban todo, que lo marcaban todo.
-Todo está marcado – pensaba Lucy
mientras se pasaba los dedos por su
boca y observaba la lejanas montañas
que deseaba.
Tras ella Ugarte y Gallup hacían sus
cosas.
Empezaban a recoger.
-Hoy mismo podemos salir -exclamó
Ugarte.
-Claro, aprovecharemos este día
encantador para viajar -contestó
Lucy apoyándose de espaladas a la
barandilla.
-En unos días nos presentaremos allí,
al final y, sin duda alguna, el punto lo
tengo claro, un punto exacto de los
Montes Metálicos -dijo con claridad
Ugarte.
-Cierto es que mis
informaciones
iban
variando, pero ahora
mismo esa es la
situación exacta, no hay
duda.
-Tu contacto no ha
fallado, ¿verdad? -dijo
Lucy con semblante
serio.
-Ya sabes que un
viejo sabueso como
yo tiene amigos en
el infierno y en todas
partes. Se trata
de Kurcheff, Oleg
Kurcheff un ruso
que perteneció a
Un estalinista convencido infiltrado
en grupos terroristas a lo largo de
los últimos años soviéticos. Un tipo
con sangre fría que ahora mismo
sigue trabajando para varios servi-
cios secretos de diferentes estados
europeos, con el fin de desarticular
grupos sectarios que pueden deses-
tabilizar la situación geopolítica en
Europa. Y allí está, en la Llama Barre-
tt, un tipo que no depende de nadie y
todos de él.
-Apuesto a que no ha escuchado
un disco de Pink Floyd en su vida
-aseveró Lucy.
postales eléctricas
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