Cutaway Guitar Magazine BAJOS Y BAJISTAS 43 | Page 35

Como hemos visto en los dos tipos de mástiles, la forma de trabajar y el resultado final son muy parecidos y lo mismo pasa con la estabilidad ya que lo que importa no es el número de láminas que usemos sino la buena selección que hagamos de las maderas y los componentes que usemos. Nada es garantía de un buen resultado si la materia prima inicial no es buena y por eso debemos tener especial atención a las maderas de nuestro instrumento. Esto hará que nuestro mástil sea más estable, no sufra tanto por los cambios de temperatura bruscos o en el cambio de estación y que sea más fácil de ajustar. Esta simple cuestión puede significar la diferencia entre tener un buen o mal instrumento ya que el mástil es la parte más importante del mismo, la que recibe más o menos el 70% de la vibración del instrumento, siendo por tanto una parte importante en la generación del sonido. Si no tenemos un buen mástil no tenemos un buen sonido, por tanto es una de las partes más importantes a cuidar. Cuidar en el sentido de comprobar que las maderas utilizadas sean las adecuadas y que las manos que las trabajan estén cualificadas para ello. Cuidar el engrase periódico de la cabeza del alma para un buen funcionamiento. Cuidado en la limpieza del diapasón, tanto si esta en acabado natural o madera lacada, aplicando aceite en los acabados naturales y limpiando con productos específicos en el caso de acabados lacados. Cuidado en la limpieza, pulido y nivelado de los trastes cuando sea necesario, siempre que estén desgastados u oxidados. Cuidado en no exponer a nuestro instrumento a temperaturas y/o humedades extremas que puedan dañar la madera o corroer las partes metálicas. Si hacemos estas pequeñas tareas de mantenimiento cada cierto tiempo alargaremos la vida útil de nuestro mástil por años. Al igual que cuidamos nuestra alimentación y hacemos ejercicio para tener una buena salud, nuestro instrumento también necesita de un mantenimiento para poder vivir muchos años con un rendimiento óptimo. Xavier Lorita