culdbura nº 13 Culdbura 13 | Page 67

Nunca tuve seis años, nací así, las manos de carbón, la mirada hendida y sin saber bailar, las piernas sin gracia, aguardo a que alguien dé órdenes, sin más, sentado ante la lluvia que, incesante, moja las piedras blandas, los oteros, los calcetines viejos y los peros que toda boca lanza a mi pasar, a mi pesar, goteras en la cruz, esa que todo el mundo porta siempre, que duda del futuro y del recuerdo, oyendo los murmullos en la niebla, como rayo de sol suben del río, luz de luna se clava en la mirada, procesión de murmullos boreales, luminiscencias leves en un cielo, que gritan sosegadas la locura, susurran convencidas la fortuna, y su voz como el viento me convence de que nací así, muerto como todos, murmullo del murmullo que como red se extiende como un río y se expande, es una onda explosiva de calor en esta noche terca de furor en su caligrafía cancerosa como un deseo abierto a mi albur. El el el la sol peina mi vida acariciada, viento agrieta simple voz vaciada, agua liquidó la mar avezada, piedra, a patadas conversada. Todo queda grabado en nuestra lápida ―nuestra carne― sol, viento, agua, piedra ―nuestra sangre― el haber de derroche bebible, comestible, moldeable. In memoriam