“Mi pintura yo me atrevería a definirla como optimista. Me explico: parte de una actitud
receptiva que no sería compatible ni con el inmovilismo ni con el desánimo. La euforia, como
trasfondo de mi trabajo, de una u otra forma debe llegar al lienzo. Eso no me impide repre-
sentar el dolor o la muerte; porque la actitud se traduce en el hecho mismo de pintar, no
tanto en el carácter de lo representado. La idea de optimismo tampoco me impide admirar
a pintores que, como James Ensor, están caracterizados por una visión trágica del mundo.
Veo mi pintura, en fin, como un proceso con arraigo en el presente y el pasado, pero que
mira, sobre todo, hacia el futuro. Mi cuadro ideal sería aquel que estuviese hecho con la ma-
teria de los sueños que aún no he descubierto”.
Visión sin figuras