Culdbura 12 Culdbura 12 | Page 81

Así como en otoño secas hojas van cayendo en jardines y aceras, se nos caen continuas primaveras en un vaivén de luz y de congojas. Para que en la negrura de tu cielo puedas a veces ver alguna estrella en esas noches de nostalgia y pena. Recuerda hoy, al cabo de los años, cuando el alma aún sueña con aquellos dulces episodios, cómo fue la vida. Recuerda cómo los campos de trigo eran mecidos por el viento, y a ti te parecían sinuosas olas de color verde entre las que cantaban las sirenas. Recuerda, pues aún encuentras placer en retornar a aquellas tardes cuando los péndulos de los relojes estaban paralíticos, y todo tenía tantos colores que el corazón se aceleraba de alegría. Tuyo era entonces el infinito, y todo el orbe formaba parte de tus juegos, eras el brujo de una tribu misteriosa, el capitán de un navío que surcaba los mares. ¡Aquel tiempo cuajado de estrellas y aquellas tardes en las que todo sucedió sin premura! Para dar algo de calor a tu hielo, para distinguir tal vez alguna huella, mientras le quede a tu reloj arena. An Tantos recuerdos que a un montón arrojas, y se consumen en vivas hogueras, en las que algún rescoldo tenue esperas no carbonicen esas llamas rojas.