Mito
Mi padre habla la lengua de los muertos
y, algunas veces, ellos le responden
desde los ojos sin nadie de sus vacas
cuando les abre su puño antiguo como un pan.
Hay sierras y fronteras en sus palmas
y Tespis las bordea con un carro
cantando ditirambos
con los que mi música no sabe dialogar.
Mi padre habla la lengua de los muertos
porque intuye que entre la palabra y el silencio
hay un abrevadero
en el que retrasarse con su encuentro,
un pozo desde el que se cae al cielo
o un cielo hacia el que se derrama el mar.
Mi padre habla la lengua de los muertos,
palabras en desuso
desde un eco que no supo regresar.
Y en su deconstrucción llega a mugidos
que el pinar le devuelve con sus cucos,
con su resina muda.
Carlos Contreras Elvira
Asís G. Ayerbe