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espejo oscuro y el reflejo del fantasma de la extrema derecha asomándose tras él. Si amigos, este tema que tanta vida nos va dar (o a quitar) este año que comienza. Hay quien siente en los demás la amenaza que tal vez provenga más de si mismo que de la realidad circundante. Donald Trump es el mejor ejemplo. Y todo esto se quedaría a nivel de anécdota si no fuera porque Trump es el capitán del mundo. En una especie de ate- rradora epidemia vemos como el apoyo a la extrema derecha crece por doquier. Aquí, allí, por todo el mundo. Ya vivimos épocas oscuras donde al vecino se le veía como una amenaza (ya fueran judíos, negros, chinos…) y donde una descorazonadora patología colectiva llenó la urna de votos y los campos de concentración de cadáveres. Hace poco y a raíz de las recientes elecciones andaluzas, llegó a mis manos una viñeta. En ella se ve a una hormiga y a una cigarra sobre un fondo de paisaje invernal. Y donde se puede leer el siguiente texto: ”Érase una vez una cigarra que enojada con la hormiga, votó por el insecticida”. “Antes muerta que sencilla” decía la canción. Antes muerto que ver como ese inmigrante que acaba de llegar triunfa en la vida, se compra un piso, un coche y sus hijos acaban siendo médicos, abogados o ingenieros, mientras los tuyos desaprovechan las incontables oportunidades del sistema educativo y acaban en la fábrica con un sueldo mísero y un trabajo precario. Insecticida para ellos. Muros en las fronteras. Y sin con esto no es suficiente, insecticida para todos. Paga Trump, paga Le Pen, paga Salvini, paga Bolsonaro, paga Abascal. Es triste. Que se sepa que nadie está invadiendo nuestros países y que los inmigrantes no han venido a delinquir ni a violar a nuestras mujeres. Es más, si mañana se largan y dejan de venir, la economía nacional se va al carajo (y no lo digo yo, lo dicen los expertos). Hay mucho interés en manipular la realidad y mostrar un mundo mediante espejos distorsionados. Pero a pesar de la evidencia, las fake news triunfan y un número cada vez mayor de desinforma- dos apoyan en este y otros continentes el odio y el resentimiento. Para todos ustedes permítanme un consejo. Recién levantados por la mañana mírense al espejo. Pero a los ojos, no al flequillo para los que afortunadamente aún les quede pelo. Si perciben en su mirada un gesto amenazante, por favor acudan a la consulta de psiquiatría antes de depositar su voto en la urna. Lino Varela Cerviño