El regreso de Ulises
El mar omnipresente
extravía la estela
por los fosforescentes laberintos.
Abatido Odiseo
tu regreso naufraga
entre las asechanzas de los dioses.
Las sirenas reclaman
con su mortal susurro
la fuente de tu aliento azul de vida.
Otros pechos dorados,
letárgicos cual lotos,
tu corazón de anhelos encadenan.
Yace el broncíneo torso
en lechos como playas,
lujuriosas princesas te retienen.
Pasión de algas y arena
estremece tu sexo
varado en el ensueño de la duda.
Pero siempre retornas
al piélago terrible
con la mirada puesta en el origen.
Y las olas dedálicas
confunden el camino:
Poseidón atormenta nuevamente.
Tantos años vagando
con el alma prendida
de aquel hogar lejano y engañoso.
Con los ojos velados
por el sueño inflexible
de aquel amor, cobijo del errante.
En vano con astucias
escapas al destino
para anclar en el puerto de acogida.
No arrancaste a Tiresias
su ciencia más amarga:
la mujer siempre oculta una tiniebla.
Penélope no espera,
tejiendo y destejiendo,
como una esposa fiel tu vuelta a casa.
Su seno y tu palacio
ya tienen nuevos dueños:
en Ítaca ni el perro te recuerda.
Roberto López