bargo, mirar la existencia desde otra perspectiva: las cosas importantes no son muchas y
se dicen en pocas palabras, en pocos trazos. Sea como fuere, admitiendo que ambos plan-
teamientos son dables (a días) en una
misma persona, a la vez en contraste y de
acuerdo con lo esbozado hasta el presente
inciso, no sería difícil imaginarlo como un
ser desmedido, intelectual y físicamente,
tanto por lo que respecta a su talla como
a su envergadura, en relación de propor-
cionalidad directa la una con la otra.
También, por idénticas razones, ca-
bría suponerlo más chupado que la pipa
de un indio, pero ni el clérigo cerbatana ni
el ingenioso hidalgo, como un jefe sioux o
apache, si bien con algunas incongruen-
cias craneofaciales (sin plumas, rostro pá-
lido, más chato que aguileño, menos
cejudo que el aborigen de las Grandes Lla-
nuras y con una dentadura bastante más
poblada; nada, en fin, que no pueda disi-
mularse con el atrezo y el bronceado arti-
ficial correspondientes). Pero si una de las
patrias del hombre es el idioma –se le atri-