A propósito de marcadores
invisibles
El pasado 12 de octubre de 2018, se topó en un periódico de escasa difusión (según la
OJD, todos los son ahora) con el editorial así titulado, escrito no se sabe si en plural mayes-
tático (por lo que tiene de pontificación), en plural de cortesía (habida cuenta que con tal
artificio el autor evita caer en egotismo), o en plural cobarde (por miedo a insultos y repre-
salias personalizados), y cuyo contenido es el que se dice a continuación:
“Venimos escuchando últimamente en los mentideros políticos, en la radio y televisión
de mayor alcance y leyendo en los periódicos más campanudos que se está pensando muy
en serio (seguro que anda de por medio la gente con amplitud y ‘altitud’ de miras, esto es,
la gente autoproclamada de progreso) en hacer invisibles los marcadores en todas los cam-
pos donde tienen lugar competiciones deportivas entre equipos alevines, benjamines e in-
cluso infantiles, con el magnífico y humanitario propósito de que los jugadores no se frustren
como personas. Por cierto, llama especialmente la atención la utilización de un verbo, frus-
trar, que hacía tiempo que ya no se empleaba, o por lo menos no con la profusión con que
era usado en otra época. ¿Y por qué se van a frustrar alevines, benjamines e infantiles, y
no juveniles, aficionados y profesionales? ¿O es que los de esta última terna no importa que
fracasen? ¡Con lo bonito que sería ir a ver todos los domingos un Real Madrid-Barça, o vi-
ceversa, y que quedaran siempre a cero por falta de marcador! ¡Con lo contentos que nos
pondríamos todos los que apostamos a las quinielas al devenir en acertantes de los catorce
resultados más el pleno al quince todas las semanas! Es más, no sería necesario ni rellenar
los boletos, al quedar reducidos los enfrentamientos a la única posibilidad de la equis, que,
aunque no se tachara, siempre se consideraría marcada por defecto. ¡Y qué bien todos los
lunes en la ventanilla correspondiente presentando nuestro tique de Loterías y Apuestas del
Estado para que se nos reembolsase el importe del envite, dinero con el que procederíamos
de inmediato a sellar un nuevo boleto! Pues bien, si eso va a propiciar que no se originen
frustraciones, quitemos los marcadores de las canchas. Y quien dice los marcadores dice las
porterías, las cestas y, hasta, si se tratara del deporte del golf, los agujeros, para impedir
que alguno de los derrotados con buena memoria recuerde el tanteo o los puntos y pueda
malograrse y malograr a los que se hicieran eco de su discurso pesimista.
” Ahora bien, si nos ponemos en este plan, puesto que en nuestra existencia (máxime
a estas fechas y preferentemente referido a esa inmensa mayoría de seres humanos deno-
minada silenciosa, con una esperanza de vida cercana a los ochenta años en los hombres y
de ochenta y cinco en las mujeres, un poco por debajo de la de las elites) son infinitamente
más abundantes los fiascos que los éxitos; son muchísimo más abundantes las veces que el
oponente, obstáculo o impedimento, sea de la naturaleza que sea, nos impide alcanzar nues-
tros deseos que las que no, de tal suerte que vamos de decepción en decepción, de fracaso
en fracaso, y los fracasos no solamente nos arrugan, nos empequeñecen, nos vuelven taci-
turnos, huraños, sino que nos convierten en sujetos inservibles para la vida social; puesto