miembros del consejo como una debilidad, y tal
vez influyó en que algunas personas se alejaran.
Sin embargo, creemos que los resultados indican
que no estábamos equivocados. En este sentido,
hay que ser justos en reconocer que tuvimos la
suerte de contar con un director de servicio como
Yuri Carvajal Bañados, profesional de mentalidad
amplia, y sin miedo a la participación de la comu-
nidad; muy por el contrario, siempre nos instó a
ocupar esos espacios.
Es así, como poco a poco, comenzamos a reu-
nirnos con funcionarios de las distintas áreas es-
tratégicas, buscando soluciones a problemas con-
cretos, y a participar en las reuniones del Equipo
Directivo del Hospital de Puerto Montt, el que se
reunía una vez a la semana.
Éste sin duda fue un hito importante: el mirar-
nos cara a cara, ir derribando lentamente miedos
y temores, creando confianzas para construir en
conjunto un hospital más humano y eficiente.
“Cuando somos capaces de trascender
nuestros propios egos, nos situamos en un lu-
gar desde donde podemos mirar al otro como
un ser humano igual a mí, sin defensas ni pre-
juicios que obstaculicen la relación”.
No podemos obviar el hecho, que llegamos a
participar en una organización de gran tamaño,
donde coexisten diferentes estamentos, cada uno
con sus propias características, intereses y proble-
máticas. Muchas veces nos preguntamos ¿hasta
dónde involucrarnos en ciertos temas?, y la res-
puesta siempre fue “si afecta a nuestros usuarios,
tenemos que hacerlo”. Esta realidad se complejiza
porque vivimos en una cultura que sobrevalora el
conocimiento por sobre otros aspectos del desa-
rrollo humano, atribuyendo un valor especial a
ciertas profesiones, y por razones obvias, las del
área de la salud están dentro de este grupo. Si a
esto le sumamos el hecho que nuestros usuarios
son mayoritariamente personas sencillas de zonas
urbanas, rurales y de la Isla de Chiloé; en ocasio-
nes se dan situaciones de trato, que pudieran ser
catalogadas de “abuso de poder” y que constitu-
yen eventos no sólo reprochables sino difíciles de
abordar y confrontar. Es en este contexto que tu-
vimos que aprender a movernos, a ganar espacios,
con la asertividad suficiente para resaltar nuestras
visiones y puntos de vista, sin que el otro se sintie-
ra amenazado como persona, colocando el énfasis
en la función a mejorar.
Por otro lado, realizar un trabajo cohesionado
al interior del consejo tampoco era una tarea fácil;
se requieren competencias y habilidades blandas
para manejar las diferencias propias que se dan
Consejo Cunsultivo HPM.
en cualquier grupo humano. En este aspecto, nos
parece oportuno reconocer el valioso rol que jugó
el voluntariado del Hospital de Puerto Montt,
compuesto por personas que desinteresadamente
trabajan día a día por el bienestar de los pacientes,
y que han formado parte de los consejos desde el
principio de éstos.
Es así, como logramos involucrarnos en áreas
claves como Urgencia, Farmacia, Centro de aten-
ción especializada (CAE), Infraestructura, y en
todas ellas encontramos un interlocutor atento y
respetuoso. Generamos debate interno y plantea-
mos ideas y propuestas; algunas fueron considera-
das, otras no. Ayudamos a fortalecer la atención a
usuarios en Urgencia, y coordinamos actividades
en terreno para acercar el hospital a la comuni-
dad. Otro hecho muy importante fue concretar
la participación de un miembro del consejo en
el Comité de Ética Asistencial, lo que conside-
ramos un tremendo aporte. Otras áreas como
Comunicaciones y OIRS (oficina de información,
reclamos y sugerencias) quedaron pendientes, y
muchas otras ideas y sueños no fueron posibles
de concretar; se requerían más tiempo y más per-
sonas trabajando en ello.
“Los cambios significativos en este tipo de
organizaciones nunca son rápidos”
No obstante, nos quedamos con la satisfacción
de haber fortalecido los canales de comunicación
hospital – ciudadanía, en un clima de confianza y
respeto, que consideramos fundamental y necesa-
rio de mantener en el futuro.
A partir de esta valiosa experiencia surgen a lo
menos dos reflexiones en relación al estado actual
de la participación ciudadana en nuestro país:
1. La participación ciudadana aún está en paña-
les, es como un niño que está aprendiendo a cami-
nar, dando pasitos a veces con mucha seguridad, y
en otras con mucho temor. Esto sin duda, se debe
en parte a características de nuestra idiosincrasia;
pero otras tienen relación con la ambigüedad de
la Ley 20.500(1) que regula la participación ciuda-
dana en la gestión del ámbito público.
La ley 20.500 requiere de urgentes reformas
que fortalezcan la participación ciudadana. Debe
ser mucha más clara y explícita en relación a la
Autonomía de los Consejos, de tal manera que
no quede al criterio de los directivos de turno,
ni de interpretaciones varias. En este sentido,
concordamos con el diagnóstico realizado por
el Consejo Nacional de Participación Ciudadana
(CNPC)(2), creado el 14 de enero del 2016 por la
ex Presidenta Bachelet, quien en Informe final so-
bre el estado de la aplicación de esta ley en Chile
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