Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 57

ORIGINALES: Escenarios Actuales tener espacio dentro de límites y posibilidades que quien detenta el poder define. En un contexto do- minado por un pensamiento social sanitario hege- monizado por la dimensión biomédica, de cuño positivista, que se traduce en prácticas sanitarias concebidas y estructuradas bajo la lógica de tal pensamiento sanitario, las posibilidades de con- cebir y validar procesos de participación ciuda- dana empoderada, movilizados desde las propias estructuras de los sistemas estatales de salud son prácticamente inexistentes. A su vez, las posibilidades de instalar un dis- curso propio sobre la concepción del proceso salud-enfermedad, deslocalizado del paradigma biomédico dominante son escasas, y no existe una disposición transversal de reconocimiento de va- lidez de estos discursos diversos, más allá de la anécdota muchas veces floklorizada. Como parte además de una lógica sistémica, con este enfoque se forma la mayor parte de los estudiantes de las disciplinas sanitarias, lo que se traduce en que, en el futuro cercano al menos, no se podría esperar una modificación sustancial en la dinámica y contornos de estas relaciones, que sea promovida e impulsada por el propio per- sonal sanitario. Una perspectiva sistemática que comprenda e impulse una visión del proceso sa- lud-enfermedad como una construcción social y política no está presente de manera transversal en la formación del personal sanitario. En una mirada de futuro se requiere discutir e incidir en los procesos de formación de los estudiantes de las disciplinas de la salud, en el sentido tanto del concepto del proceso de salud-enfermedad en el que se les está formando, como en los espacios de formación desde donde se discute este proceso, ambas dimensiones íntimamente relacionadas. Un segundo componente se refiere a las formas del hacer, a la respuesta que se entrega desde la sociedad al fenómeno de salud-enfermedad. En nuestra sociedad la forma legitimada de respon- der al proceso de la salud-enfermedad-atención se encuentra a su vez sustentada desde el modelo médico hegemónico de pensamiento sanitario. La respuesta sanitaria está ordenada en función de un núcleo central estructurado desde el paradigma biomédico de la salud-enfermedad. En sus con- tornos pueden coexistir entrelazadas una diversi- dad de opciones, pero el eje que vertebra al siste- ma de salud es la respuesta ante la enfermedad (5). En términos organizacionales, además esta res- puesta se presenta en un contexto en que el estado garantiza el derecho la atención de la salud, con un arreglo institucional altamente fragmentado, descentralizado y con prestadores públicos y pri- vados múltiples, en la que la integración estruc- tural no existe y la integración funcional queda librada a las competencias de gobernanza de las autoridades locales en cada territorio. Pasa enton- ces a ser un componente relevante las característi- cas de los liderazgos locales, la capacidad e interés en la gobernanza de los sistemas de salud en el territorio, desde la perspectiva de las organizacio- nes es otro elemento que considerar tanto en los intereses en juego como en los cauces en los que se conduzcan las acciones de tono participativo. En este escenario, como se planteó, la partici- pación social en salud se mantiene disgregada, li- mitada a relaciones locales de los establecimientos de salud con individuos cercanos a ellos en que la búsqueda de un bien común mediante la partici- pación en salud queda confinada a “islas” en cada espacio local (6). Es necesario considerar que quienes impulsan y promueven la participación en salud, en cual- quier espacio institucional o territorial, también tienen intereses, basados en un ideario de lo que deben ser las relaciones entre estado, mercado y sociedad. En el ámbito de la participación social en salud en territorios indígenas, esta premisa es funda- mental. Es por ello que las prácticas institucio- nales con intención participativa no pueden ser comprendidas fuera del marco global de relación entre el estado y el pueblo mapuche, en particular. Ello además de considerar la hegemonía del pen- samiento médico-sanitario sobre cualquier otro modo de comprensión de los procesos de salud enfermedad colectivos. Es decir, si bien puede haber un cierto grado de control sobre procesos de implementación de acciones sanitarias, el mo- delo médico hegemónico deja sentir su dominio de manera central en las definiciones de lo que es o no posible de realizar, en las modalidades de control de recursos. Bajo estas condiciones, la participación social en salud como práctica social y política, que busque incidir en la configuración conceptual del proceso salud-enfermedad-atención, y desde allí replan- tear los diseños institucionales y organizacionales de las prácticas sanitarias como opción de sujetos sociales, se encuentra actualmente invisibilizada. No se observan alternativas sostenibles en el tiempo que apunten a redistribuir el poder simbó- lico y político en torno a la salud. En consecuen- cia, las acciones de participación más frecuentes que se observan parecen ser un fin en sí mismas, en las que los individuos que se ven incorporados 55 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 53-57