ORIGINALES:
Escenarios Actuales
tener espacio dentro de límites y posibilidades que
quien detenta el poder define. En un contexto do-
minado por un pensamiento social sanitario hege-
monizado por la dimensión biomédica, de cuño
positivista, que se traduce en prácticas sanitarias
concebidas y estructuradas bajo la lógica de tal
pensamiento sanitario, las posibilidades de con-
cebir y validar procesos de participación ciuda-
dana empoderada, movilizados desde las propias
estructuras de los sistemas estatales de salud son
prácticamente inexistentes.
A su vez, las posibilidades de instalar un dis-
curso propio sobre la concepción del proceso
salud-enfermedad, deslocalizado del paradigma
biomédico dominante son escasas, y no existe una
disposición transversal de reconocimiento de va-
lidez de estos discursos diversos, más allá de la
anécdota muchas veces floklorizada.
Como parte además de una lógica sistémica,
con este enfoque se forma la mayor parte de los
estudiantes de las disciplinas sanitarias, lo que se
traduce en que, en el futuro cercano al menos, no
se podría esperar una modificación sustancial en
la dinámica y contornos de estas relaciones, que
sea promovida e impulsada por el propio per-
sonal sanitario. Una perspectiva sistemática que
comprenda e impulse una visión del proceso sa-
lud-enfermedad como una construcción social y
política no está presente de manera transversal
en la formación del personal sanitario. En una
mirada de futuro se requiere discutir e incidir en
los procesos de formación de los estudiantes de
las disciplinas de la salud, en el sentido tanto del
concepto del proceso de salud-enfermedad en el
que se les está formando, como en los espacios de
formación desde donde se discute este proceso,
ambas dimensiones íntimamente relacionadas.
Un segundo componente se refiere a las formas
del hacer, a la respuesta que se entrega desde la
sociedad al fenómeno de salud-enfermedad. En
nuestra sociedad la forma legitimada de respon-
der al proceso de la salud-enfermedad-atención
se encuentra a su vez sustentada desde el modelo
médico hegemónico de pensamiento sanitario. La
respuesta sanitaria está ordenada en función de un
núcleo central estructurado desde el paradigma
biomédico de la salud-enfermedad. En sus con-
tornos pueden coexistir entrelazadas una diversi-
dad de opciones, pero el eje que vertebra al siste-
ma de salud es la respuesta ante la enfermedad (5).
En términos organizacionales, además esta res-
puesta se presenta en un contexto en que el estado
garantiza el derecho la atención de la salud, con
un arreglo institucional altamente fragmentado,
descentralizado y con prestadores públicos y pri-
vados múltiples, en la que la integración estruc-
tural no existe y la integración funcional queda
librada a las competencias de gobernanza de las
autoridades locales en cada territorio. Pasa enton-
ces a ser un componente relevante las característi-
cas de los liderazgos locales, la capacidad e interés
en la gobernanza de los sistemas de salud en el
territorio, desde la perspectiva de las organizacio-
nes es otro elemento que considerar tanto en los
intereses en juego como en los cauces en los que
se conduzcan las acciones de tono participativo.
En este escenario, como se planteó, la partici-
pación social en salud se mantiene disgregada, li-
mitada a relaciones locales de los establecimientos
de salud con individuos cercanos a ellos en que la
búsqueda de un bien común mediante la partici-
pación en salud queda confinada a “islas” en cada
espacio local (6).
Es necesario considerar que quienes impulsan
y promueven la participación en salud, en cual-
quier espacio institucional o territorial, también
tienen intereses, basados en un ideario de lo que
deben ser las relaciones entre estado, mercado y
sociedad.
En el ámbito de la participación social en salud
en territorios indígenas, esta premisa es funda-
mental. Es por ello que las prácticas institucio-
nales con intención participativa no pueden ser
comprendidas fuera del marco global de relación
entre el estado y el pueblo mapuche, en particular.
Ello además de considerar la hegemonía del pen-
samiento médico-sanitario sobre cualquier otro
modo de comprensión de los procesos de salud
enfermedad colectivos. Es decir, si bien puede
haber un cierto grado de control sobre procesos
de implementación de acciones sanitarias, el mo-
delo médico hegemónico deja sentir su dominio
de manera central en las definiciones de lo que
es o no posible de realizar, en las modalidades de
control de recursos.
Bajo estas condiciones, la participación social en
salud como práctica social y política, que busque
incidir en la configuración conceptual del proceso
salud-enfermedad-atención, y desde allí replan-
tear los diseños institucionales y organizacionales
de las prácticas sanitarias como opción de sujetos
sociales, se encuentra actualmente invisibilizada.
No se observan alternativas sostenibles en el
tiempo que apunten a redistribuir el poder simbó-
lico y político en torno a la salud. En consecuen-
cia, las acciones de participación más frecuentes
que se observan parecen ser un fin en sí mismas,
en las que los individuos que se ven incorporados
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 53-57