Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 52

Comunicación Masivos, redes de internet, resulta muchas veces ser más convocante que las instan- cias regulares de participación en salud dado que permite de manera instantánea una lectura de las demandas ciudadanas. Esto contribuye aún más, al desincentivo de la participación a través de canales formales en un contexto de abandono de los parti- dos políticos y otras intermediaciones, de los temas ciudadanos y emergentes. Trae consigo el riesgo, de transformar expresiones colectivas en una relación clientelar al lograr, por estas vías, la respuesta a es- tas demandas, por parte del Estado. La práctica señala, que las aspiraciones de la déca- da del 90 se han transformado en una ausencia de proyectos y demandas colectivas, y, en la ocupación de los espacios de participación por las priorida- des institucionales. Para Foucault, “Gobernar no sólo cubre las formas legítimamente constituidas de sujeción po- lítica o económica, sino también modalidades de acción más o menos consideradas y calculadas orientadas a actuar sobre las posibilidades de acción de los otros”… (12). Cambios de orientación política hacia afanes gestionistas y eficientistas, han estado más centrados en el segui- miento de indicadores de carácter cuantitativo, que en estímulos o incentivos para mejorar la calidad e inclusión de los procesos de participación. El análisis de la historia reciente, muestra, además de lo señalado, la prevalencia de otros dos polos en tensión. El avance hacia formas de participación más vinculantes, presentes en el discurso de los líderes sociales, y una mantención de formas más restrictivas y sobre institucionalizadas por parte del sector. Para algunos, se ha perdido la esencia de la participación en salud y para otros, la instalación de sistemas de garantías, responde en esencia a las demandas reales de la ciudadanía en salud. “La par- ticipación en su forma tradicional, es decir, directa, presencial y colectiva, para actores sociales y técnicos se encuentra en crisis”. Algunos sostienen que el desarrollo y forta- lecimiento de la participación debe sustentarse en la protocolización y estandarización de los proce- sos locales, cuestión que puede verse reflejada en la formulación de compromisos de gestión 8 . En otro extremo, el reconocimiento de los procesos loca- les se considera la base de la generación de nuevos procesos de participación, superando la implanta- ción de iniciativas desde el centro, para permitir que la sistematización de experiencias participativas, retroalimente el sistema y genere nuevos procesos de participación. Durante el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, se intentó contribuir al fortalecimiento de la participación ciudadana en la gestión públi- ca a través de la aplicación de la Ley N° 20.500, instruyéndose a los servicios e instituciones públi- cas el desarrollo de mecanismos de participación, la mayoría de ellos, ya implementados en el sector salud a partir de los años 90 y durante el proceso de reforma sectorial (Cuentas Públicas Participativas, Consejos Consultivos, Comités de Gestión de Reclamos, otros). Si bien, se considera una opor- tunidad de reinstalación y reconstrucción de los procesos de participación a través de la aprobación de la Norma General de Participación Ciudadana en la Gestión Pública de Salud 9 , la conformación del COSOC Nacional, la instalación de mesas de trabajo con participación e incidencia en la toma de decisiones en el diseño y rediseño de progra- mas de salud, el diseño participativo de campañas sanitarias etc., en la práctica, se evidencian serias dificultades para su aplicación. Para los dirigentes sociales, “nos enfrentamos con im- portantes falencias. La Ley 20.500 no incorpora mecanis- mos sancionatorios al incumplimiento de lo contemplado en la ley, por parte de las autoridades”...Junto con los otros marcos jurídicos vigentes, tienen tantas restriccio- nes, que tienden a reducir la calidad del proceso participativo, lo instrumentalizan, lo que lleva a resultados más bien institucionalizantes que insti- tuyentes (13). Para el sector salud, si bien, hay pre- sencia de la participación social en el relato institu- cional, no ha sido, en el período, un eje transversal en las estrategias, planes y programas. …”Algunos de los Consejos no son debidamente considerados y valora- dos, falta claridad sobre su funcionamiento y atribuciones. Carecen de financiamiento y sus acuerdos no son vinculantes, sino solo consultivos. Muchos son presididos por el director del establecimiento, en circunstancias que el presidente debie- ra ser elegido por los propios miembros del Consejo”. La situación a nivel nacional, nos muestra desa- rrollos desiguales, iniciativas fragmentadas, muchas de ellas con escasa sustentabilidad, dependientes del posicionamiento estratégico de los actores técnicos encargados del tema, de las voluntades políticas de las autoridades tanto locales como nacionales. En este marco, son destacables algunas experiencias 8  Los compromisos de gestión son la herramienta que permite instalar y desarrollar instancias y mecanismos de participación, a la vez que realizar seguimiento de sus avances. Estos refieren más bien a número y tipo de actividades y estrategias, no haciendo mención de objetivos de cambios de carácter cualitativo de los procesos de participación. 9  La Norma General de Participación Ciudadana en la Gestión Pública de Salud, recoge la tradición de la participación social en salud, el involucramiento de la comunidad en todo el ciclo de la política, reconoce la participación en proyectos de inversión desde el pre diseño hasta la puesta en marcha, entre otros mecanismos de mayor incidencia de la ciudadanía. Donoso N. 50