Comunicación Masivos, redes de internet, resulta
muchas veces ser más convocante que las instan-
cias regulares de participación en salud dado que
permite de manera instantánea una lectura de las
demandas ciudadanas. Esto contribuye aún más, al
desincentivo de la participación a través de canales
formales en un contexto de abandono de los parti-
dos políticos y otras intermediaciones, de los temas
ciudadanos y emergentes. Trae consigo el riesgo, de
transformar expresiones colectivas en una relación
clientelar al lograr, por estas vías, la respuesta a es-
tas demandas, por parte del Estado.
La práctica señala, que las aspiraciones de la déca-
da del 90 se han transformado en una ausencia de
proyectos y demandas colectivas, y, en la ocupación
de los espacios de participación por las priorida-
des institucionales. Para Foucault, “Gobernar no sólo
cubre las formas legítimamente constituidas de sujeción po-
lítica o económica, sino también modalidades de acción más
o menos consideradas y calculadas orientadas a actuar sobre
las posibilidades de acción de los otros”… (12). Cambios
de orientación política hacia afanes gestionistas y
eficientistas, han estado más centrados en el segui-
miento de indicadores de carácter cuantitativo, que
en estímulos o incentivos para mejorar la calidad e
inclusión de los procesos de participación.
El análisis de la historia reciente, muestra, además
de lo señalado, la prevalencia de otros dos polos en
tensión. El avance hacia formas de participación
más vinculantes, presentes en el discurso de los
líderes sociales, y una mantención de formas más
restrictivas y sobre institucionalizadas por parte del
sector. Para algunos, se ha perdido la esencia de la
participación en salud y para otros, la instalación
de sistemas de garantías, responde en esencia a las
demandas reales de la ciudadanía en salud. “La par-
ticipación en su forma tradicional, es decir, directa, presencial
y colectiva, para actores sociales y técnicos se encuentra en
crisis”. Algunos sostienen que el desarrollo y forta-
lecimiento de la participación debe sustentarse en
la protocolización y estandarización de los proce-
sos locales, cuestión que puede verse reflejada en la
formulación de compromisos de gestión 8 . En otro
extremo, el reconocimiento de los procesos loca-
les se considera la base de la generación de nuevos
procesos de participación, superando la implanta-
ción de iniciativas desde el centro, para permitir que
la sistematización de experiencias participativas,
retroalimente el sistema y genere nuevos procesos
de participación.
Durante el segundo gobierno de la Presidenta
Bachelet, se intentó contribuir al fortalecimiento
de la participación ciudadana en la gestión públi-
ca a través de la aplicación de la Ley N° 20.500,
instruyéndose a los servicios e instituciones públi-
cas el desarrollo de mecanismos de participación,
la mayoría de ellos, ya implementados en el sector
salud a partir de los años 90 y durante el proceso de
reforma sectorial (Cuentas Públicas Participativas,
Consejos Consultivos, Comités de Gestión de
Reclamos, otros). Si bien, se considera una opor-
tunidad de reinstalación y reconstrucción de los
procesos de participación a través de la aprobación
de la Norma General de Participación Ciudadana
en la Gestión Pública de Salud 9 , la conformación
del COSOC Nacional, la instalación de mesas de
trabajo con participación e incidencia en la toma
de decisiones en el diseño y rediseño de progra-
mas de salud, el diseño participativo de campañas
sanitarias etc., en la práctica, se evidencian serias
dificultades para su aplicación.
Para los dirigentes sociales, “nos enfrentamos con im-
portantes falencias. La Ley 20.500 no incorpora mecanis-
mos sancionatorios al incumplimiento de lo contemplado en
la ley, por parte de las autoridades”...Junto con los otros
marcos jurídicos vigentes, tienen tantas restriccio-
nes, que tienden a reducir la calidad del proceso
participativo, lo instrumentalizan, lo que lleva a
resultados más bien institucionalizantes que insti-
tuyentes (13). Para el sector salud, si bien, hay pre-
sencia de la participación social en el relato institu-
cional, no ha sido, en el período, un eje transversal
en las estrategias, planes y programas. …”Algunos
de los Consejos no son debidamente considerados y valora-
dos, falta claridad sobre su funcionamiento y atribuciones.
Carecen de financiamiento y sus acuerdos no son vinculantes,
sino solo consultivos. Muchos son presididos por el director
del establecimiento, en circunstancias que el presidente debie-
ra ser elegido por los propios miembros del Consejo”.
La situación a nivel nacional, nos muestra desa-
rrollos desiguales, iniciativas fragmentadas, muchas
de ellas con escasa sustentabilidad, dependientes del
posicionamiento estratégico de los actores técnicos
encargados del tema, de las voluntades políticas de
las autoridades tanto locales como nacionales. En
este marco, son destacables algunas experiencias
8 Los compromisos de gestión son la herramienta que permite instalar y desarrollar instancias y mecanismos de participación, a
la vez que realizar seguimiento de sus avances. Estos refieren más bien a número y tipo de actividades y estrategias, no haciendo
mención de objetivos de cambios de carácter cualitativo de los procesos de participación.
9 La Norma General de Participación Ciudadana en la Gestión Pública de Salud, recoge la tradición de la participación social en
salud, el involucramiento de la comunidad en todo el ciclo de la política, reconoce la participación en proyectos de inversión desde
el pre diseño hasta la puesta en marcha, entre otros mecanismos de mayor incidencia de la ciudadanía.
Donoso N.
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