Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 51

ORIGINALES: Escenarios Actuales otras), y especialmente, la calidad y los niveles de participación alcanzados. Dicho avance da paso a una aplicación estricta de protocolos y procedi- mientos generados por el marco legal vigente, y deriva en una restricción y sobre institucionaliza- ción de la participación, abandonando en muchos casos, el énfasis en la calidad de los procesos y en la generación de sujetos con capacidad de movili- zación en torno a temas prioritarios y autonomía en el cuidado de la salud tanto individual como colectiva. Puede señalarse que, los alcances y grados de incidencia de la ciudadanía en las decisiones pú- blicas, han dependido de las inflexiones de polí- tica, tanto a nivel sectorial como gubernamental, y de la propia situación local; estilos de lideraz- go, la voluntad política de los directivos a nivel país, capacidad de movilización e integración de las comunidades locales, entre otros factores ((9). Así, encontramos frecuentemente, relaciones de carácter más bien populista entre los equipos de salud y las comunidades locales, procesos de participación en torno a acciones de carácter cor- toplacista, con escaso impacto en la salud de la población. La tendencia a la planificación “desde arriba” ha puesto el freno a procesos de descen- tralización política y administrativa. Esto también supedita la participación intersectorial y comuni- taria a la ejecución de acciones de carácter aislado que responden a metas definidas desde el centro, y en mucho menor medida, vinculada a procesos de planificación local con enfoque estratégico y sustentable. Si bien el discurso institucional in- corpora la participación en un contexto de reo- rientación de los servicios hacia acciones de salud colectivas, preventivas, promocionales, resultan insuficientes para alterar la práctica tradicional biomédica y asistencial a nivel de la APS (10). Dentro de los equipos técnicos hay posiciones aún más críticas. “La cultura de mercado nos ha pene- trado psíquicamente, esperamos resultados inmediatos y no procesos, esperamos productos entregados por prestadores y no co-construcción, esperamos servicios y no participación, esperamos invertir poco y ganar mucho y pronto”… Es necesario realizar arreglos institucionales…“incorporar la participación activa de los jóvenes, como también que se involucren todos los funcionarios en este proceso (…), para poder incorporar a nuevos actores se debiera contar con una extensión horaria para el trabajo comunitario”. Un giro hacia una mayor incidencia en el dise- ño, implementación, evaluación de las políticas de salud lo señala el ejercicio de rendición de cuentas de las autoridades, los presupuestos participativos como espacios deliberativos y de incidencia en el uso de recursos públicos en salud (11), y; algu- nas instancias de diálogo y desarrollo de consultas ciudadanas (presenciales o virtuales) acerca de te- mas de creciente interés de la ciudadanía (defensa de derechos en salud, protección del medio am- biente, distribución y calidad de fármacos, entre otros). Para los encargados de participación en los Servicios de Salud, “este nivel de participación ha permitido que desde estas instancias, se pueda ejercer cierto control social sobre la gestión en salud. Los dirigentes se han convertido en referentes válidos ante las autoridades locales, regionales y nacionales. Los Consejos Consultivos de Salud…en sectores de mayor vulnerabilidad, se han convertido en redes de solidaridad”. Sin embargo, en el sector, se aprecia una dis- tancia y falta de continuidad en el discurso acer- ca de la necesidad de avanzar en procesos más sustantivos de participación social en salud, como por ejemplo, el apoyo a procesos de planificación local participativa en marcos crecientes de des- centralización político administrativa; la búsqueda de la equidad y pertinencia cultural de las accio- nes de salud; la transversalización del enfoque de derechos y ejercicio de la ciudadanía activa en el desarrollo de una agenda de inclusión y protec- ción social sostenible. Existiría una permanente tensión entre la participación representantiva y la participación directa, entre relaciones de carácter más democrático y relaciones más bien clientela- res, paternalistas, y populistas, facilitando - desde la lógica del estado - el acceso a la oferta, más que una respuesta a la demanda ciudadana. En un marco de creciente desconfianza entre la ciudada- nía y las instituciones públicas, para los dirigentes sociales, “uno de los grandes obstáculos, son los mecanis- mos legales que excluyen a la población para el trabajo en conjunto (…) que limitan su incidencia y participación. Uno de los grandes desafíos, es potenciar los consejos con- sultivos o espacios de participación, para que puedan sen- tirse parte de la construcción de lineamientos e iniciativas que tengan un impacto directo en la población”… La propia ciudadanía ha buscado otros cami- nos para expresar demandas y poner temas en la agenda pública. Ha ejercido una participación di- recta, mostrando una orgánica que ha permitido que ciertas demandas se hayan transformado en iniciativas legales que han dado origen a derechos y garantías en salud 7 . El uso de los Medios de 7  La Ley Ricarte Soto, por ejemplo, muestra cómo el uso de distintas estrategias de participación ciudadana más allá de los marcos institucionales, se ha traducido en garantías exigibles y mecanismos de control ciudadano sobre la gestión y uso de recursos del programa, tales como el Comité de Evaluación Priorizada y Comisión de Vigilancia Ciudadana. 49 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 47-52