ORIGINALES:
Escenarios Actuales
las decisiones de salud (20) y permiten al paciente
adquirir una mirada individual, compleja y adulta
frente al bienestar y el tratamiento de enfermeda-
des o padecimientos.
Entre las lógicas colectivas que complejizan las
relaciones terapéuticas desde el incremento de la
participación ciudadana, se destaca la democrati-
zación de las decisiones técnicas basadas en evi-
dencia científica. Michel Callon utiliza el concepto
de “Democracia dialógica” (21) para describir un
escenario en el que el conocimiento científico y
la sociedad civil se reencuentran, configurando
“Foros Híbridos” que permitan el encuentro de
la ciudadanía con las formas de conocer el mundo
que propone la ciencia y viceversa, distinguiendo
y promoviendo una re-apropiación democrática
de los efectos sociopolíticos y organizativos que
devienen de las evidencias científicas.
Esta premisa de tránsito hacia una democracia
dialógica coincide con los postulados de Nogueira
(22) en términos de concebir a la sociedad civil
como un factor de reconstrucción ética y dialógica de
la vida social. Desde una mirada constructivista,
la ciencia y la tecnología no son el producto de
desarrollos lineales y deterministas, sino que res-
ponden a tensiones y consensos históricos, entre
diversos intereses y formas interpretativas, que
se materializan en evidencias y artefactos (23).
En este sentido, las tecnologías médicas, y por
cierto las técnicas terapéutica, conservan en sus
comprensiones y materialidades, una inmensa
cantidad de supuestos y consensos sociales, cul-
turales, políticos y económicos imbricados, que
demandan una revisión ciudadana. Esta revisión
“híbrida” busca socializar un entendimiento mu-
tuo entre las ciencias y tecnologías médicas, y la
ciudadanía, actualizando valores de bienestar,
“buen vivir”, ”vida saludable” (24) cuidado o tra-
to, entre otros, que permiten sostener el campo de
la salud como un espacio democrático, abierto a la
discusión colectiva, y sensible a las complejidades
y cambios sociales.
El ideal democratizador de la participación ciu-
dadana en el campo de la salud supone la trian-
gulación de la relación entre el paciente y el dis-
positivo médico, incorporando racionalidades
colectivas dialógicas que articulan las experiencias
sociales complejas del individuo con los sistemas
de salud (intereses, identidades, normas, valores,
etc.), suspendiendo la mirada funcionalista que
dota de excepcionalidad el ámbito de las prácticas
y el poder que se ejerce en el campo de la medici-
na. Para ello, es fundamental la apropiación tecno-
lógica, o el desarrollo de tecnologías entrañables
(25), es decir, tecnologías que permiten la com-
prensión de la ciudadanía, y se empapan de valo-
res democratizantes como es la disponibilidad, la
polivalencia, la docilidad, la limitación, la rever-
sibilidad, la recuperación, la comprensibilidad, la
colaboración, la sostenibilidad y la responsabili-
dad social.
En Chile, un ejemplo de este tipo de acción ciu-
dadana es la conmemoración del “Día internacio-
nal de protesta contra el tratamiento de electros-
hock”, cuyo objetivo es democratizar las técnicas
que han derivado de una forma particular de con-
cebir a los “locos” o las personas en situación de
discapacidad mental, marcadas por la institucio-
nalización, el aislamiento social, el desarraigo te-
rritorial, social, cultural, político y económico de
las enfermedades de salud mental, y el despliegue
de instrumentos de tratamiento rechazados por
los usuarios como es el electroshock, la reducción
física, el aislamiento espacial, el excesivo uso de
medicamentos o la despersonalización del sujeto.
En esta dimensión de la interfaz de participación
ciudadana, las tecnologías y las materialidades de
la medicina se ponen en el foco de una interpe-
lación política y cultural que busca disminuir sus
opacidades y reconstruir la historia de sus confi-
guraciones específicas.
RELACIÓN ESPACIAL Y TERRITORIAL
Como hemos señalado en las descripciones
de la relación terapéutica y tecnológica, el espa-
cio es un elemento fundamental de conservación
o subversión del estado actual de la interfaz de
participación ciudadana. El box clínico opera en
su materialidad una serie de consensos acerca del
grado de cercanía que puede tener el médico con
el paciente, los tiempos de atención, la confiden-
cialidad de los diálogos, la disposición del médi-
co a exponer sus gustos personales, la cantidad
de acompañantes, la satisfacción del usuario con
su atención, etc. En la medida en que estos es-
pacios se construyen bajo una lógica managerial,
que busca volver eficiente el uso del tiempo y el
espacio, la capacidad de generar nuevas agencias
se deprime. Así también ocurre en el campo tec-
nológico, en tanto los consensos históricos sobre
la manera legítima de tratar una enfermedad se
materializan en protocolos, instrumentos, formu-
larios o máquinas que vuelven opaca la relación
terapéutica. Como señalan Tirado y Domènech
(26), los elementos extrasomáticos buscan volver
repetitivas las acciones y decisiones humanas, y
como tales, son objetos políticos que materializan
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 37-45