Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 41

ORIGINALES: Escenarios Actuales equipos o por ciertos liderazgos al interior de las instituciones, al mismo tiempo que son resistidas por otros funcionarios. Esto revela cómo las mis- mas instituciones, en especial en el sector de la salud, están formadas por capas geológicas que han sedimentado a lo largo de los diferentes proyectos de modernización del Estado y de sus políticas públicas (8). Conviven así, en ellas, distintas racio- nalidades y culturas con ideas de desarrollo y de gestión diversas, así como con diferentes imagi- narios de la ciudadanía, lo que puede llevar a que, desde la experiencia social de las personas con las instituciones, la relación de servicio sea episódica y fragmentaria. participativo. Aquí advertimos la distinta natura- leza de las relaciones que dan origen a la interfaz de la participación en salud que estamos descri- biendo: no se pueden superponer prácticas ni ca- tegorías analíticas desarrolladas al alero de rela- ciones distintas, a riesgo de adoptar un enfoque normativo que restrinja, a priori, la capacidad de comprender las múltiples interpelaciones a las que están sometidos los actores en esta interfaz. La participación en el campo de la gestión de los programas de salud contiene interpelaciones del tipo derechos de los pacientes, cuyas definiciones y prácticas se ubican discursivamente en el plano terapéutico. Pero estas interpelaciones son extran- jeras, provienen desde la relación de servicio que hemos descrito anteriormente, e intentan regular la relación terapéutica a través de instrumentos como protocolos de acción, metas y compromisos de gestión. La relación de servicio es, en este sen- tido, posterior a la relación terapéutica. La acción estatal influye así sobre la acción profesional y, a través de ella, sobre la experiencia de los pacientes en los dispositivos de salud. No son de extrañar las dificultades que tienen los profesionales de la salud para inscribir su quehacer en el marco de un espacio público participativo, al tener en cuenta que el espacio organizacional de la provisión de salud ha sido históricamente normado, primero, desde la beneficencia y luego desde la tecnología, siendo el hospital el escenario principal de puesta en obra de dichas racionalidades. Aquí se hace muy pertinente la pregunta de David Armstrong: ¿Cuándo se puede comenzar a hablar de agencia de los pacientes? (14). Su re- corrido, si bien es teórico, va develando cómo, desde la concepción parsoniana del rol de en- fermo, que deja poco o ningún espacio a la idea de agencia autónoma de los pacientes, se ha ido abriendo a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días un espacio, más bien de reflexión ética que de intervención práctica, que ubica al paciente en otro estatus dentro de los encuentros clínicos. En el encuentro clínico parece ineludible la dele- gación de ciertas decisiones en el profesional, lo que, por una parte, está ligado al tipo de afección que aqueja al paciente. Así, por ejemplo, los esta- dos de trauma, delirio, u otros, dejan al paciente como un receptor de intervenciones. En otros ca- sos, como el de infecciones agudas, se espera que el paciente coopere poniendo en práctica lo que se le prescribe. Finalmente, en estados crónicos el profesional debe ayudar al paciente a ayudarse a sí mismo, lo que lo deja como un socio que recibe consejos de un profesional o equipo de salud (15). RELACIÓN TERAPÉUTICA La participación en las decisiones terapéuticas ha corrido por un canal separado de la partici- pación en la gestión pública que acabamos de describir. Esto es en gran parte explicado por la prerrogativa decisional que tienen los médicos en particular y las jerarquías de los profesionales de la salud, en general. La configuración de este espacio de encuentro entre profesionales de la salud y pacientes, ha carecido de reflexión en tor- no a su carácter de espacio público. Al contrario, constituido históricamente bajo el paradigma de la beneficencia, en hibridación con el paradigma científico, los espacios de salud pública han con- cebido la intervención y la producción de cono- cimiento del otro desde la asimetría y la preva- lencia de un modelo estatal científico-burocrático (12), que ancla las decisiones de salud en modelos estadísticos, evidencias o protocolos alejados de la discusión ciudadana. Desde la época de post- guerra se comienza a romper la proximidad entre médico y paciente, celebrándose periódicamente y con mayor fuerza el matrimonio entre medicina, bio- logía e industria (13). El nacimiento de la biome- dicina marca una inflexión crucial en la relación terapéutica que estará, en adelante, determinada por la relación tecnológica, que describiremos en el apartado siguiente. El tipo de participación que antecede a la bio- medicina se relaciona con un contacto más cer- cano entre el médico, la identidad del paciente y sus condiciones de vida. Como señalamos, este antecedente marca la apertura a un trabajo clí- nico que no estaba sometido tan fuertemente a la presión asistencial y sanitaria de la gestión de la salud. Ahora bien, la existencia de una mayor proximidad entre profesional de la salud y pacien- te no establecía ipso facto un escenario plenamente 39 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 37-45