Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 32

hacer capacitaciones y elaborar los contenidos de actividades regulares y sistemáticas. La Conferencia sobre Atención Primaria de Salud de Alma Ata de 1978 y el lema “Salud para todos el año 2000” cons- tituían un respaldo conceptual que sumado al apoyo del Colegio Médico daba ciertas seguridades. Todos los Enero desde 1985 se realizaron las escuelas de verano, a las que llegaron las principales figuras de la salud pública chilena que gota a gota retornaban del exilio. Se sistematizaron los trabajos presentados; se hicieron capacitaciones y convivencias durante el año y también análisis respecto a las consecuen- cias del desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud. Para todos quiénes participábamos en estas ac- tividades era natural la convivencia fraterna entre profesionales y grupos populares de salud. La carac- terística era la horizontalidad de las relaciones y el in- tercambio de sabidurías entre la teoría y las vivencias (2). Había sucedido antes en Chile algo parecido? Esa pregunta motivó que Angélica Illanes se su- mergiera en la historia de la salud pública(3) y re- cuperara la experiencia de las organizaciones de Mutuales Obreras de Socorros Mutuos del siglo XIX e inicios del siglo XX (4), en que los obreros se preocupaban de sus condiciones de salud, con- tratando profesionales para que los apoyaran en esa tarea. Se logra así la máxima expresión de horizonta- lidad entre profesionales y organizaciones populares. estos realizaban atención de primeros auxilios. Los grupos de salud, pasaron a integrar el tejido social de su comunidad y fueron un actor relevan- te en la creación de redes comunitarias de apoyo, para mejorar las condiciones de vida, los equipos de trabajadores de la vicaría de la solidaridad, pasamos a formar parte de esta red de apoyo comunitario, creando afecto, complicidad y lazos de confianza que nos permitían compartir nuestros conocimien- tos y la experiencia de las mujeres, madres, moni- toras y de este modo se fue creando una práctica nueva de trabajo en salud, dónde los roles eran de cooperación, de intercambio de experiencia y de respeto profundo por el conocimiento obtenido en la práctica. El saber técnico profesional dejó de es- tar por sobre el saber de la experiencia cotidiana de los grupos de salud; con ambos saberes, se lograba establecer un nuevo conocimiento, que permitía en- frentar la realidad y realizar intervenciones en salud apropiadas a la realidad local”. “La experiencia en salud comunitaria demostró que en ausencia de la institucionalidad del Estado en salud, las organizaciones sociales y especialmente las mujeres toman un liderazgo y que las organizaciones desarrollan un gran potencial en el cuidado de las personas. Se crean redes de apoyo integrales, se ven las necesidades de agua limpia, de alimentos, de apo- yo emocional, cuidado infantil y tratamiento de pe- diculosis a toda la familia. También realizan acciones de limpieza de casas, sitios eriazos y calles, para hacer frente a situaciones ambientales y zoonosis como la garrapata, que invadía las casas en primavera vera- no y ponía en riesgo de contagio a guaguas y niños pequeños”. “Entre las necesidades más sentidas por las orga- nizaciones sociales, especialmente por las mujeres, figuraba el acceso a atención de salud para de niños y ancianos para obtener cuidados sanitarios. En sa- lud los problemas importantes eran la desnutrición, cuadros diarreicos con deshidratación en verano y enfermedades respiratorias en invierno, así como enfermedades infecto- contagiosas, como la sar- na y la pediculosis. Incluso hubo un año con brote de sarampión, que no fue abordado desde la salud pública”. Es interesante que la inserción de profesionales comprometidos junto con las organizaciones va ge- nerando un tejido social solidario que responde “a las necesidades apremiantes de alimentación, abri- go, cuidados y atención de salud, trabajo y cuidado, apoyo escolar y de recreación a niños y niñas, como eran las ollas comunes, los talleres de mujeres, y algu- nos de hombres que realizan actividades para tener ingresos, realizando arpilleras y diferentes tejidos, LOS GRUPOS DE SALUD Y EL TRABAJO SOLIDARIO Como lo señala Isabel de Ferrari en una siste- matización del trabajo en salud de la Vicaría de la Solidaridad en la Zona Oriente de Santiago(5): “Los grupos de salud fueron muy importantes en la vida cotidiana de los sectores poblacionales, con ellos desarrollamos campañas de salud, para prevenir las diarreas de verano y para evitar la deshidratación de los más pequeños, para evitar el contagio de sarna y pediculosis y tratarlos, para prevenir las enferme- dades respiratorias, etc. Se formaron monitoras de salud en todos los barrios. Las monitoras eran en su mayoría mujeres, altamente comprometidas con su comunidad, conocidas por los vecinos, dispues- tas a aportar con sus conocimientos para prevenir enfermedades y cuidar a las personas que lo necesi- taban. Adquieren relevancia especial, durante los 80, organizando la atención de las personas que vivían la represión durante las protestas contra la dictadura, de los años 83 al 87, quienes recibían golpes, sufrían con las bombas lacrimógenas o tenían impactos de balines, etc. Consultaban a los grupos de salud y Infante A., et al. 30