ORIGINALES:
Historia de la Participación Social en Salud
Arnaldo: ¡Claro!, hagámoslo. Después hicimos
una escuela. Entonces ya…ellos pensaban en
una cosa de madera, con fonola…no les dije yo.
Nosotros teníamos un terreno de 66.000 mts2.
Que era el espacio social que nos dejaba la coope-
rativa. Entonces, en una parte, planeamos hacer
un consultorio sólido. Yo le decía “Mire si hay
un temblor fuerte, terremoto, tenemos que tener
algo sólido en la población, donde recurrir”. “No,
si aquí nunca pasa nada!” Y empezó un debate…y
al final la gente se cargó por hacer una cosa de-
finitiva. Entonces conversamos con el arquitecto
que nos dijo que teníamos que hacer unos box, la
parte de la farmacia, la sala de espera…todas esas
cuestiones…
Sebastián: y esto todo por cuenta de ustedes…
Arnaldo: Claro. Y la diferencia estaba en que
toda la gente entendía que había que hacer eso,
no como ahora “que a mí no me importa” o “no
tengo tiempo”. El día domingo salíamos con las
palas y chuzos a trabajar en el consultorio. Porque
cómo íbamos a atender los partos, las heridas, ac-
cidentes. Teníamos que venir al Barros Luco, en
la noche traer a una persona que iba a dar a luz
a las 4 de la mañana por terrenos que no tenían
calles. Entonces el consultorio ya era un lugar. Lo
inauguramos, le pusimos techo, bolones. Todavía
existe el consultorio, la construcción…
Sebastián: ¿Y quién iba a trabajar ahí? ¿Los
médicos?
Arnaldo: Mira, era difícil que una persona dijera
“voy a meterme por allá al campo”. Pero siem-
pre hay alguien. En este caso un doctor bolivia-
no, recién llegado a Chile, y él dijo “si, yo puedo,
para empezar a trabajar”. Y fíjate tú que estuvo
12 años, empezando…porque se enamoró del tra-
bajo… se enamoró de la participación que veía
de las señoras que aprendían primeros auxilios.
El les enseñaba distintas cosas. Interesantes para
todas ellas. Empezó un hambre de saber cosas de
medicina, de atención a los niños. Después conse-
guimos en la Municipalidad la entrega de leche, y
bueno. Así me fui metiendo en el tema de la salud
en la práctica…
Sebastián: La misma gente de ahí se empezó a
capacitar, en primeros auxilios y cosas así…
Arnaldo: Claro, después teníamos equipos de
gente que en cualquier momento la gente estaba
dispuesta al tratamiento de inyecciones. Que había
que ir a caballo a donde una señora que necesitaba
inyectarse. Era una vida de campo, pero yo siem-
pre con la idea de que lo transformáramos a la
manera en que yo lo había vivido. Que nunca me
faltó nada…la vida de un miembro de las FF.AA,
no era tan malo, pero llegué a una cuestión muy
primitiva y eso me chocaba. Yo decía “tenemos
que hacer cosas que vayamos nivelándonos a la
manera como se debiera vivir”.
Sebastián: ¿Qué nombre le pusieron al
consultorio?
Arnaldo: Era el Consultorio Malaquías Concha
porque quedaba en esa zona. Entonces, ellos, con
el tiempo la Municipalidad nos mandó otros mé-
dicos, matronas, personal que daba cursos para
que la gente aprendiera cosas. Y así me fui me-
tiendo hasta que el año 72’ más o menos, tuve que
ir a trabajar a la Araucanía. Estuve trabajando por
allá más de un año. Conocí toda esa…la vida de
la gente mapuche, en un proyecto de un lenguaje
bilingüe que se estaba desarrollando en esa zona.
En gobierno de la Unidad Popular. Así que me
llamaron de Santiago el día 9 de Septiembre del
73’. Dejé todo eso y me vine a Santiago, porque
allá… después me andaban buscando…pero yo
ya estaba en mi lugar habitual.
Así que, empezamos a vivir esa otra etapa. Yo
tenía una admiración extraordinaria por la Fuerza
Aérea, o sea yo me crie en las Fuerzas Aéreas
prácticamente, muy cercano. Y ahí las cosas cam-
biaron y en primer lugar mi señora fue torturada
en Investigaciones. Quedó en muy malas condi-
ciones. Entonces, al poco tiempo también mata-
ron a patadas a un amigo, a un vecino de ahí. Lo
mataron aquí en San Ramón. Entonces, todo eso
me fue cambiando la manera de pensar…enton-
ces yo dije “esta cuestión está mala. Esto tenemos
que cambiarlo. Tenemos que volver a vivir de la
forma que se vivía antes: con juntas de vecinos,
cooperativa, con todos los mecanismos que tenía-
mos antes para poder mejorar la vida de la gente.
Así que me metí en esa lucha contra la dictadura
y en ese camino… bueno tuve detenciones do-
lorosas, mi hijo fue detenido en la Universidad
de Concepción. Lo pasamos muy mal, muy mal.
Estudiaba música y lo golpearon en un oído y le
fracturaron la columna…pero logramos salir ade-
lante, después de todo, ya nos quedamos con la
cosa de la Salud.
Entonces una de las demandas que teníamos
en la comuna era, un hospital para La Granja. La
Granja, antes era una sola: La Granja, La Pintana
y San Ramón, todo era La Granja. Así que estu-
vimos trabajando eso durante años. Hubo gen-
te que cayó detenida por marchar, tuvimos que
escaparnos varias veces de eso, haciendo pro-
testas, cuestiones por el hospital de la Granja.
Felizmente una vez que se recuperó la democra-
cia en Chile, pasaron como 6 u 8 años, en que se
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 15-28