casualidad de la vida, porque allá en el año 68 yo
ya estaba trabajando, tenía 17 años y tuve que de-
jar los estudios, mi papá se encloró trabajaba en
la papelera…
Sebastián: ¿Se encloró?
Luis: Se encloró, le llamaban los viejos, cuando
se tapaban las válvulas… La papelera fabricaba el
cloro, la papelera en la calle Eyzaguirre. Cuando
se tapaban las válvulas mandaban a los “peucos”,
que le llamaban: los contratistas se llamaban peu-
cos en esos años. Mi papá era peuco, antes de
pasar a la planta, y los metieron a destapar las
válvulas y entró un equipo de 6 viejitos, entraron
destaparon la válvula, pero había cloro acumu-
lado, y era cloro puro. Con decirle que pasaban
carretas por fuera de la papelera y cuando había
escapes de cloro y los caballos caían hincados al
medio de la calle. Asi que los 6 viejos, gracias a
dios se salvaron, pero mi papá estuvo 8 meses sin
trabajar y nosotros éramos 11 hermanos.
Mis 2 hermanos mayores trabajaban en el la-
boratorio Marsché, hablamos y entramos los 6
mayores, para trabajar los 6 juntos, para parar la
olla. Pero que pasó que resulta que no teníamos
sindicato. Yo estaba estudiando y trabajando. En
las noches pasaba a estudiar al liceo nocturno de
Puente Alto… ¿qué paso? Que había un español y
se aburrió, que típico cuando se hacen reuniones
a grupos grandes, todos hablaban y no se llegaba
a ningún término entonces el patrón dijo “saben
que más, nómbrenme un delegado y una delega-
da” y me nombraron a mí, con 17 años, con una
señora, y ahí empecé. Cuento corto, pasaron el
dato que íbamos a formar el sindicato, yo estaba
esperando los 18 años igual que el Pato que de-
cía que tenía que tener 18 para ser dirigente, a mí
me tocaba lo mismo. Ya estábamos encaminados,
teníamos el quorum… ¿Qué hizo el compadre?
Pum! De un paraguazo cortó a 8 personas, les
aplicó la ley y les pagó el 50%. Ahí salieron 3 her-
manos míos altiro. Y seguimos, yo seguí trabajan-
do, les ganamos el medio litro de leche, les gana-
mos movilización, les ganamos que nos pagaran
el almuerzo. La mayoría éramos de Puente Alto y
íbamos allá detrás de la Municipalidad de Macul,
en Exequiel Fernández con Los Platanos. Era la
fábrica de dientes postizos, que todavía existe,
Marsché Limitada. Le trabajábamos al Servicio
de Salud y a Sermena, en esos años eran los dos
grandes: el fondo de salud y el SERMENA.
¿Qué pasó? Que ll final me corto a mi otro her-
mano mayor y a mí me tocaba el servicio militar el
año 70 y el 30 de Enero, me entregan la carta a mi
hermana y a mí, que éramos los dos últimos que
Barrientos M., et al.
quedábamos y por lo tanto, nos despidió. Pero, se
encontró que con 17 años no era tan tonto, como
había aprendido cosas de leyes; no le trabajé una
hora más, me paré con mi hermana “Qué vamos
a hacer? Espérame nomas”. Yo sabía quien era su
abogado, era el hermano de la secretaria. “Pero yo
tengo un mejor abogado”, le dije yo. “¿A quién
tiene usted?”. “Al jefe de su abogado, el Ministro
de Relaciones Exteriores, don Gabriel Valdes
Subercaseaux”. El viejo quedó… “Pero cómo?”.
“El es compadre con mi papá y ya le explicamos
lo que hizo usted. Yo no le trabajo un día más,
ni mi hermana. Así que páguenos todo y nos va-
mos”. Nos pagó todo, finiquitado el 100%, con
las imposiciones y con carta de recomendación
¿Por qué? A mí me habían mandado al ministerio
a buscar correspondencia, y uno cabro, típico, an-
tiguamente había cartas que venían pegadas así…
yo leí la carta en la micro, y era el abogado en la
carta le decía que tenía que tener cuidado y que no
podía despedir más gente, tenía que esperar hasta
el próximo año. Por eso él nos estaba dando hasta
el 30 de enero del año 70. Cuento corto, salí.
Cuando salí del servicio militar… en el ejército
llegué a cabo primero y sargento 2do. Y me fui a la
papelera. “Papá quiero trabajar en la papelera”. Mi
hermano ninguno quiso pero yo le dije a mi papá
que yo iba a seguir su huella.
Sebastián: Su papá seguía trabajando en la
papelera.
Luis: Seguía. Mi papá para la gran huelga, la úni-
ca huelga que ha tenido la papelera, del año 68, los
peucos pasaron a la planta. Todos los viejitos que
andaban barriendo y cuestiones los pasaron a la
planta. Mi papá estaba por jubilar ya. Le hicieron
la planta y entramos al sindicato gráfico; nosotros
podíamos jubilar hasta con 20 años de servicio.
Así que ahí llegué y me dedique a lo deportivo
como el Pato. No tuve las habilidades deportivas
pero si tenía la mente. Así siempre decía “forme-
mos un club. Ya los estudiantes”. Eran puros ca-
bros en la papelera cuando llegué. Y así.
La papelera nos dividió cuando llegaron las fi-
liales, con la ley de monopolio la papelera tuvo
que dividirse. Tenía el monopolio de todo el papel
así que… formó las filiales papeleras. Yo seguía
con el bichito de formar algo más grande. Así
que dije yo “voy a formar la ORDEFIPA que era
la Organización Deportiva de Filiales Papeleras.
Y empecé a moverme en todas las plantas filia-
les. En mis horarios libres iba a conversar con
los encargados del deporte, pero se metieron los
sindicatos. Los sindicatos me dijeron “paralé, pa-
ralé, porque nos vay a quitar las migajas, de aquí
20