Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 22

casualidad de la vida, porque allá en el año 68 yo ya estaba trabajando, tenía 17 años y tuve que de- jar los estudios, mi papá se encloró trabajaba en la papelera… Sebastián: ¿Se encloró? Luis: Se encloró, le llamaban los viejos, cuando se tapaban las válvulas… La papelera fabricaba el cloro, la papelera en la calle Eyzaguirre. Cuando se tapaban las válvulas mandaban a los “peucos”, que le llamaban: los contratistas se llamaban peu- cos en esos años. Mi papá era peuco, antes de pasar a la planta, y los metieron a destapar las válvulas y entró un equipo de 6 viejitos, entraron destaparon la válvula, pero había cloro acumu- lado, y era cloro puro. Con decirle que pasaban carretas por fuera de la papelera y cuando había escapes de cloro y los caballos caían hincados al medio de la calle. Asi que los 6 viejos, gracias a dios se salvaron, pero mi papá estuvo 8 meses sin trabajar y nosotros éramos 11 hermanos. Mis 2 hermanos mayores trabajaban en el la- boratorio Marsché, hablamos y entramos los 6 mayores, para trabajar los 6 juntos, para parar la olla. Pero que pasó que resulta que no teníamos sindicato. Yo estaba estudiando y trabajando. En las noches pasaba a estudiar al liceo nocturno de Puente Alto… ¿qué paso? Que había un español y se aburrió, que típico cuando se hacen reuniones a grupos grandes, todos hablaban y no se llegaba a ningún término entonces el patrón dijo “saben que más, nómbrenme un delegado y una delega- da” y me nombraron a mí, con 17 años, con una señora, y ahí empecé. Cuento corto, pasaron el dato que íbamos a formar el sindicato, yo estaba esperando los 18 años igual que el Pato que de- cía que tenía que tener 18 para ser dirigente, a mí me tocaba lo mismo. Ya estábamos encaminados, teníamos el quorum… ¿Qué hizo el compadre? Pum! De un paraguazo cortó a 8 personas, les aplicó la ley y les pagó el 50%. Ahí salieron 3 her- manos míos altiro. Y seguimos, yo seguí trabajan- do, les ganamos el medio litro de leche, les gana- mos movilización, les ganamos que nos pagaran el almuerzo. La mayoría éramos de Puente Alto y íbamos allá detrás de la Municipalidad de Macul, en Exequiel Fernández con Los Platanos. Era la fábrica de dientes postizos, que todavía existe, Marsché Limitada. Le trabajábamos al Servicio de Salud y a Sermena, en esos años eran los dos grandes: el fondo de salud y el SERMENA. ¿Qué pasó? Que ll final me corto a mi otro her- mano mayor y a mí me tocaba el servicio militar el año 70 y el 30 de Enero, me entregan la carta a mi hermana y a mí, que éramos los dos últimos que Barrientos M., et al. quedábamos y por lo tanto, nos despidió. Pero, se encontró que con 17 años no era tan tonto, como había aprendido cosas de leyes; no le trabajé una hora más, me paré con mi hermana “Qué vamos a hacer? Espérame nomas”. Yo sabía quien era su abogado, era el hermano de la secretaria. “Pero yo tengo un mejor abogado”, le dije yo. “¿A quién tiene usted?”. “Al jefe de su abogado, el Ministro de Relaciones Exteriores, don Gabriel Valdes Subercaseaux”. El viejo quedó… “Pero cómo?”. “El es compadre con mi papá y ya le explicamos lo que hizo usted. Yo no le trabajo un día más, ni mi hermana. Así que páguenos todo y nos va- mos”. Nos pagó todo, finiquitado el 100%, con las imposiciones y con carta de recomendación ¿Por qué? A mí me habían mandado al ministerio a buscar correspondencia, y uno cabro, típico, an- tiguamente había cartas que venían pegadas así… yo leí la carta en la micro, y era el abogado en la carta le decía que tenía que tener cuidado y que no podía despedir más gente, tenía que esperar hasta el próximo año. Por eso él nos estaba dando hasta el 30 de enero del año 70. Cuento corto, salí. Cuando salí del servicio militar… en el ejército llegué a cabo primero y sargento 2do. Y me fui a la papelera. “Papá quiero trabajar en la papelera”. Mi hermano ninguno quiso pero yo le dije a mi papá que yo iba a seguir su huella. Sebastián: Su papá seguía trabajando en la papelera. Luis: Seguía. Mi papá para la gran huelga, la úni- ca huelga que ha tenido la papelera, del año 68, los peucos pasaron a la planta. Todos los viejitos que andaban barriendo y cuestiones los pasaron a la planta. Mi papá estaba por jubilar ya. Le hicieron la planta y entramos al sindicato gráfico; nosotros podíamos jubilar hasta con 20 años de servicio. Así que ahí llegué y me dedique a lo deportivo como el Pato. No tuve las habilidades deportivas pero si tenía la mente. Así siempre decía “forme- mos un club. Ya los estudiantes”. Eran puros ca- bros en la papelera cuando llegué. Y así. La papelera nos dividió cuando llegaron las fi- liales, con la ley de monopolio la papelera tuvo que dividirse. Tenía el monopolio de todo el papel así que… formó las filiales papeleras. Yo seguía con el bichito de formar algo más grande. Así que dije yo “voy a formar la ORDEFIPA que era la Organización Deportiva de Filiales Papeleras. Y empecé a moverme en todas las plantas filia- les. En mis horarios libres iba a conversar con los encargados del deporte, pero se metieron los sindicatos. Los sindicatos me dijeron “paralé, pa- ralé, porque nos vay a quitar las migajas, de aquí 20