ORIGINALES:
Historia de la Participación Social en Salud
20.500; porque existe una Ley de los adultos ma-
yores que es muy poco conocida, que es una ley
que se aprobó en la convención en noviembre del
2017. Entonces le estoy sacando punta al lápiz en
ese tema, que es muy desconocido y poco difun-
dido, vamos a crear la Red de Observadores del
AM sobre el maltrato, por aquí, por allá, me hice
amigo de unas ONG de unas personas, y resultó
ese equipo en la Comuna y tuvimos nuestra pri-
mera experiencia ayer de hacer un conversatorio.
Sebastián: ¿Cómo llega usted a temas de
participación?
Patricio: Mira yo voy a contar, que con la pre-
gunta anterior me estaba acordando, de cómo
llegué al tema de Salud. Yo partí como dirigente
deportivo a la edad de 16 años, ahí partí en un
Club de deportivo que estaba muy cerca de mi
casa, en La Pintana, Club Deportivo Luis López,
asociado a la Asociación deportes Santa Rosa Sur
y yo no hallaba la hora de cumplir los 18 años,
porque si no tenía la mayoría de edad no podía ser
delegado, entonces allí me llevaba otro viejo a las
reuniones, hice práctica e iba a reuniones durante
2 años, cabeceaba como cabro y me quedaba en
las reuniones aguijoneando.
Sebastián: ¿Y por qué quería ser dirigente?
Patricio: ¡Porque lo sentía! Como cabro, y este
finao’, el finao Salas, le decía a mi mamá “Sra.
Luisa voy a llevar al Patito al club” y ahí me quedo
gustando. Cabro yo, 16 años, a esa edad iba al co-
legio. Me iba a buscar el finao Salas y me acuerdo
que habían otros viejos…y decían “este hueón va
a salir bueno”, yo me sentaba en una sillita con
gente de 40 y 50 años, escuchaba las reuniones en
la Asociación y ahí agarré vuelo, como estaba me-
tido en el Club y empecé a llevar a los infantiles a
la cancha, y después cumplí los 18 años y me con-
vertí en el delegado más joven de la asociación, y
me pusieron todas las fichas como delegado del
Club.
Ahí partió mi carrera como dirigente, pero eso
tuvo un costo en mi vida porque yo me dedica-
ba…eh… no terminé mis estudios y me puse a
trabajar como jardinero con mi papá. Como me
pasó eso, en esos años trabajaba en gran Avenida,
cuando me independicé como jardinero ganaba,
en plata de ahora, como 20 o 25 lucas, entonces
yo como cabro, tenía harta plata y como en el fut-
bol lo que más abunda es el copete, me puse bue-
no para el copete, y me hice profesional pal tra-
go, un magíster en copete. Entonces ¿Qué pasó?
Toqué fondo a la edad de 27 años. Prácticamente,
me convertí en un bebedor excesivo, alcohóli-
co… ponle todos los títulos. Empecé tomando un
viernes, después terminé un sábado y después ter-
minaba un día martes y, entonces, ese era futbol
en esos años. Me puse irresponsable en el trabajo.
Como trabajaba particular, ya no trabajaba el lu-
nes en la pega. Mi papá me remecía. Andaba con
el hachazo terrible.
Entonces mi mamá dio una lucha conmigo ¡Me
mandé cualquier cagada! Y cerquita de mi casa,
había un centro de rehabilitación que se llama
“El nido de los pájaros alegres”; muy comentado,
muy conocido. Y el presidente de ese centro, Don
Luis Acevedo que en paz descanse, me veía los
días domingos sentado en una piedra curado por-
que yo trasnochaba: “estoy esperándote hueón”.
Y un día que se me pelaron los cables me mandé
una cagada tan grande, que eso me hizo reflexio-
nar: casi me mato. En tiempos de dictadura yo
bromeaba: “hay que amedrentar a este hueón que
es facho”. Viví una muy mala experiencia, estu-
ve cerca de un delirium tremens yo. Entonces ahí
me acordé de mi amigo, que me quería, y llegué
con terno manchado con vino, llegué donde Don
Lucho.
Mi mamá sufría mucho conmigo porque era el
único hijo borracho que tenía, entonces llegué al
centro de rehabilitación y empecé en mi camino de
sanarme en la Salud Pública a través de un trata-
miento ambulatorio, para el copete. Así empezó mi
tema en Salud.
Entonces ¿Qué fue lo que paso? Debo confesar
que empecé y a los 8 meses recaí. No aguanté y
me pegué la patiná. Junte plata, compraba volanti-
nes, trabajaba harto. En la semana tenía 100 lucas y
no hallaba en que gastarlas. Me recaí porque yo era
bueno para el canto, la talla, bueno para los amigos.
En esos años se compraban las cervezas por caja,
entonces yo decía: “ponga 3 cajones no más” …y
eso me llevó a tocar fondo. Dije “tengo que darle
un vuelco a mi vida”. Mi vieja estaba tan contenta
y yo tenía tanta vergüenza de haber recaído. Y me
fueron a buscar los del centro.
Y fue mi amigo: “tenis que volverte a parar.
Sabíamos que ibas a recaer, no tengay vergüenza”
¡Yo era el rehabilitado más joven del fardo de viejos
que había ahí! Porque yo era el más cabro, tenía
27 años mientras todos los viejos tenían 40 o 50.
Entonces, yo ahí dije “voy a volver, pero si fallo
no vuelvo más”. Cuando llegué todos “ay por fin
viene el Pato”. Todos contentos. Estaba en la tera-
pia, nadie me criticó, nadie me dijo nada y pensé
en la acogida que me dieron, que fue buena. Otros
amigos me conversaban “vo’ soy inteligente, tenis
que llevar tu vida esporádicamente, ven todos los
días para acá”. Yo iba a la cancha y todos estaban
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 15-28