El enigma del Doctor Ignác
Semmelweis. Fiebres de parto y
gérmenes mortales
Sherwin B. Nuland
Antoni Bosch editor, Barcelona, 2005(?)
L
a historia de Semmelweis ha sido suficien-
temente visitada y revisada. Pero esta vez,
Sherwin Nuland (según Atul Gawande:
“quien, junto a Oliver Sacks, es el gran maestro
narrador de temas médicos”) emprende un cami-
no literario y personal en la búsqueda del autor.
La historia que puede ser leída de un golpe, re-
compone la historia intelectual y emocional de la
ocupación de Semmelweis en la mortalidad de las
mujeres posparto. Aunque su esfuerzo original es-
taba en trabajar con Jakob Kolletschka, discípulo
del afamado Karl von Rokitansky, que la reno-
vación de las universidades en 1844 había pues-
to como director de Anatomía Patológica en la
Universidad de Viena. Eran los tiempos que ya
acumulaban las tensiones de las revoluciones eu-
ropeas de 1848. Cita el mismo Nuland a Billroth
cuestionando el anquilosamiento de la Academia:
“[una] generación que había sido educada den-
tro de una camisa fuerza intelectual, con anteo-
jeras en los ojos y tapones de cera en los oídos.
Mientras los jóvenes pegaban brincos a su alre-
dedor, los viejos, a cuyos cuerpos se les había im-
pedido un desarrollo natural por la eterna carga
de la supervisión estatal, sentían que el mundo se
tambaleaba bajo sus pies y creían que su fin se
acercaba”.
Hay que decir que la anatomía patológica de
Reseñas
Rokitansky no era una mera cuestión estructu-
ral, morfológica o de arquitectura, sino también
funcional, como bien lo señala Chuaqui en su
explicación a la expresión fabrica en el título de
Vesalio, de una época mucho menos fisiológica.
Lo cierto, es que Semmelweis no fue aceptado
y postuló como ayudante de Joseph Skoda, tam-
bién con desafortunado resultado. Pero su talento
logró desplegarse en el territorio obstétrico, con
igual fortuna.
Los orígenes transmisibles de la fiebre puer-
peral evidentemente no fueron descubiertos por
Semmelweis. Mucho antes ya se conocía del con-
tagionismo, de los agentes microscópicos y de la
medicina como agente de riesgos. Otra prueba
contra la no obviedad de la medicina basada en
evidencias.
Nuland ofrece una interpretación orgánica de
la muerte de Semmelweis que hasta ahora no de-
seo aceptar. Intento hacer coincidir su genialidad
científica con su vida y entender las condiciones
de marginalidad y maltrato en que debió afron-
tar a las autoridades médicas de su tiempo. Los
hechos que Nuland cuenta de alguna manera lo
confirman: Semmelweis murió de una golpiza que
le dieron en el lugar en que fue internado como
enfermo mental. Familia y academias terminaron
por sellar su destino.
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