Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 182

Ser mortal. La medicina y lo que al final importa Atul Gawande Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2018. E n la antología de Henry Sigerist tradu- cida por Gustavo Molina en su prisión, al abrir el artículo Orientaciones sobre qué leen y cómo escriben los médicos, en vez del texto, encontramos una nota editorial excusán- dose de su publicación porque la casa propietaria del artículo no lo autorizó. El editor señala: “En esencia, contiene consejos sobre la forma de es- cribir artículos y conferencias técnicas, así como la guía ofrecida por un sabio maestro, en el ocaso de su vida, para seleccionar las limitadas lecturas que pueden permitirse profesionales atareados”. Gran parte del trabajo editorial es leer lo que es- criben los profesionales de la salud. Gawande esta entre los autores más citados de la actual cohorte de médicos escritores y no había tenido la fortuna de encontrarlo. Es una de esas lecturas que debe- mos permitirnos por más atareados que estemos. Primero, porque es un libro sorprendente. Leer a un cirujano ocupado en cuidados paliativos, en casas de residencias, en el abordaje intrahospita- lario de las enfermedades en la vejez, ya es una reveladora sorpresa (aunque los cirujanos nodejan de sorprenderme: debo reconocer que las únicas dos personas con quien he compartido libros del filósofo Benedicto Spinoza son cirujanos, uno neurocirujano y el otro, vascular periférico) Es un libro de salud pública, abordando una problema de actualidad. Una sola cifra: de nues- tros egresos hospitalarios 2017, 1,637,150 en to- tal, el percentil 99 de tiempos de estada se sitúa en 50. Y de esos egresos, la cuarta parte correspon- de a personas de 70 años o más. Por supuesto, ese grupo es mayoritario en hombres (55%) aunque en el censo 2017 la proporción de hombres de 70 o más años es de 42%. Es decir que a partir de los 70 años el riesgo relativo de estar hospita- lizado más de 50 días es de 1,7 si eres hombre Reseñas respecto de las mujeres. Tenemos la sospecha que una buena porción de nuestros hospitales o quizás de nuestros servicios de medicina, actúan como hospicios frente a la desprotección en que situamos a la vejez. El libro de Gawande combina historias de vida, experiencia personal, con reportes técnicos y ex- periencias de asilos distintos. En todos ellos, el cirujano de Boston y profesor tanto de la Escuela de Medicina y de la de Salud Pública de Harvard, recorre las preguntas sobre el rol de la medicina tecnológica, el abordaje de la mortalidad y la ética de la vida. Una buena parte de sus reflexiones tienen que ver con situar al paciente en una relación ade- cuada, no sólo en el sentido de que se haga parte del tratamiento. Su mira es generar las condicio- nes para un diálogo acerca de lo que importa al paciente y qué tratamiento puede ayudar en eso importante. Es un diálogo acerca del valor y del sentido. Por supuesto que un tipo de diálogo que la medicina contemporánea requiere y que tanto hospitales como Facultades deben pensar, imple- mentar y evaluar. Como buen heredero de la tradición pragmatis- ta, el libro recoge variadas experiencias que sitúan al hospicio o residencia como un lugar propicio para la experimentación y para poner a la ancia- nidad en condiciones enriquecedoras. En el estilo norteamericano se trata de soluciones basadas en seguros, iniciativas empresariales y algo de espe- culación inmobiliaria. Pese a eso, el mensaje de Gawande cuestiona la libertad del individuo inde- pendiente. Propone una salida que es como un se- cond best: la capacidad de conducir nuestra vida en medio de restricciones: “No pretendo ni mucho menos sugerir la idea de que es posible controlar el final. En realidad 180