de rehidratación oral, promoción de la lactancia
materna e inmunización. Posteriormente, estas in-
tervenciones fueron complementadas con el FFF
que significaba: suministro de alimentos, alfabeti-
zación femenina y planificación familiar (11).
La APS selectiva fue a su vez cuestionada por
los partidarios de la APS integral planteando que
era tecnocrática, reduccionista e, incluso, con-
tra-revolucionaria. Tecnocrática porque recorda-
ba a las políticas verticales que no consideraban la
participación de la comunidad, reduccionista por-
que no incluía en sus intervenciones los aspectos
socioculturales de los países y contra-revolucio-
naria porque se transformaba en una amenaza a
la integralidad al ser preferida por gobiernos que
buscaban objetivos a corto plazo (11).
Esta controversia ha acompañado el desarrollo
de la atención primaria desde su origen y ha influi-
do en el debate sobre el tema a nivel nacional. Se
puede observar en la discusión sobre la reforma
de salud chilena, donde en primera instancia se
planteó el fortalecimiento de una APS integral,
pero en la práctica el foco de la política pública
se puso en el rediseño de prestaciones específi-
cas garantizadas por el plan AUGE-GES (10).
Asimismo, este debate revive en las discusiones
cotidianas sobre lo difícil que es realizar atencio-
nes integrales cuando se exigen múltiples indica-
dores de gestión y metas.
Pareciera que la opción es siempre excluyente.
Se opta por un modelo selectivo que resulta ser
técnico, burocrático, cuantificable y predecible o
por un modelo integral que resulta ser participa-
tivo, comunitario, complejo e incierto. ¿Existirá
otra opción que hermane estas diferencias?
3.- Dos formas de comprender el mundo:
constructivismo social y realismo científico
Arthur Kleinman (16) plantea que la biomedi-
cina es “[…] la forma más institucionalizada de medi-
cina”. La cual está caracterizada por una raciona-
lidad técnica y burocrática, cuyas virtudes son la
cuantificación, la predicción, la eficiencia y el con-
trol de calidad. Engel (12), desde una perspectiva
crítica, plantea al modelo biomédico como domi-
nante y lo caracteriza como reduccionista y deshu-
manizador. Menéndez (22), desde Latinoamérica,
enuncia un modelo médico hegemónico al cual
caracteriza de biologicista, ahistórico, individualis-
ta, asocial y asimétrico.
La mayor parte de estos autores entienden la
biomedicina como una práctica reduccionista
cegada por una ideología biologicista que niega
aspectos sociales, culturales e históricos. Fundan
sus perspectivas en un constructivismo social que
Pacheco J.
considera las prácticas biomédicas como contin-
gentes e históricas. Las entienden como el resul-
tado de un entramado complejo de relaciones en-
tre la estructura social y los sujetos cognoscentes.
Consideran que estas prácticas están moldeadas
por múltiples fuerzas sociales que se imprimen en
conocimientos, experiencias y relaciones de poder
(6). Por lo general, sus perspectivas son críticas
y llaman a una emancipación de estos modelos
médicos.
Otros autores, entre los que destaca Bunge (5)
por su realismo científico categórico, plantean que
la biomedicina contemporánea es el punto cul-
mine de la medicina experimental, un producto
exitoso del cientifismo médico y de su estrecha
unión con la biología básica. Estos autores criti-
can el constructivismo social al cual definen como
relativista e incluso anti-realista. Plantean que las
leyes que comandan los procesos biológicos pre-
ceden a las relaciones de poder y que las enferme-
dades no son categorías arbitrarias creadas por la
biomedicina sino más bien clases naturales obje-
tivas similares a las especies químicas. Fundan sus
perspectivas en una dicotomía hecho-valor estric-
ta que separa las valoraciones sociales y culturales
de los resultados científicos de la investigación
biomédica.
El constructivismo social y el realismo cientí-
fico han transitado en veredas epistemológicas
opuestas durante las últimas décadas en la medi-
cina contemporánea. Ambas perspectivas hacen
eco en el debate sobre la APS durante la post-gue-
rra. Se puede ser selectivo o integral, tecnocrático
o participativo, predecible o incierto, pero nunca
los dos.
4.- La biomedicina en los estudios de cien-
cia y tecnologías: las incertidumbres de una
sociedad crecientemente tecnificada
Durante la década de los ochenta, un grupo de
investigadores franceses propuso una nueva teo-
ría para estudiar la ciencia y la tecnología. Luego
de realizar etnografías en laboratorios científicos
y en proyectos tecnológicos se dieron cuenta de
que las metáforas usualmente utilizadas por las
ciencias sociales para explicar estos fenómenos
eran insuficientes. La tecno-ciencia era refracta-
ria a los determinismos sociales. Por otra parte,
estos investigadores observaron que la realidad
científica era mucho más indeterminada de lo que
se pensaba. Los objetos técnicos tenían agencia
y producían de manera activa nuevas relaciones
sociales (19, 20).
Tanto el constructivismo social como el realis-
mo científico tenían que replantearse. La agencia,
164