Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 166

de rehidratación oral, promoción de la lactancia materna e inmunización. Posteriormente, estas in- tervenciones fueron complementadas con el FFF que significaba: suministro de alimentos, alfabeti- zación femenina y planificación familiar (11). La APS selectiva fue a su vez cuestionada por los partidarios de la APS integral planteando que era tecnocrática, reduccionista e, incluso, con- tra-revolucionaria. Tecnocrática porque recorda- ba a las políticas verticales que no consideraban la participación de la comunidad, reduccionista por- que no incluía en sus intervenciones los aspectos socioculturales de los países y contra-revolucio- naria porque se transformaba en una amenaza a la integralidad al ser preferida por gobiernos que buscaban objetivos a corto plazo (11). Esta controversia ha acompañado el desarrollo de la atención primaria desde su origen y ha influi- do en el debate sobre el tema a nivel nacional. Se puede observar en la discusión sobre la reforma de salud chilena, donde en primera instancia se planteó el fortalecimiento de una APS integral, pero en la práctica el foco de la política pública se puso en el rediseño de prestaciones específi- cas garantizadas por el plan AUGE-GES (10). Asimismo, este debate revive en las discusiones cotidianas sobre lo difícil que es realizar atencio- nes integrales cuando se exigen múltiples indica- dores de gestión y metas. Pareciera que la opción es siempre excluyente. Se opta por un modelo selectivo que resulta ser técnico, burocrático, cuantificable y predecible o por un modelo integral que resulta ser participa- tivo, comunitario, complejo e incierto. ¿Existirá otra opción que hermane estas diferencias? 3.- Dos formas de comprender el mundo: constructivismo social y realismo científico Arthur Kleinman (16) plantea que la biomedi- cina es “[…] la forma más institucionalizada de medi- cina”. La cual está caracterizada por una raciona- lidad técnica y burocrática, cuyas virtudes son la cuantificación, la predicción, la eficiencia y el con- trol de calidad. Engel (12), desde una perspectiva crítica, plantea al modelo biomédico como domi- nante y lo caracteriza como reduccionista y deshu- manizador. Menéndez (22), desde Latinoamérica, enuncia un modelo médico hegemónico al cual caracteriza de biologicista, ahistórico, individualis- ta, asocial y asimétrico. La mayor parte de estos autores entienden la biomedicina como una práctica reduccionista cegada por una ideología biologicista que niega aspectos sociales, culturales e históricos. Fundan sus perspectivas en un constructivismo social que Pacheco J. considera las prácticas biomédicas como contin- gentes e históricas. Las entienden como el resul- tado de un entramado complejo de relaciones en- tre la estructura social y los sujetos cognoscentes. Consideran que estas prácticas están moldeadas por múltiples fuerzas sociales que se imprimen en conocimientos, experiencias y relaciones de poder (6). Por lo general, sus perspectivas son críticas y llaman a una emancipación de estos modelos médicos. Otros autores, entre los que destaca Bunge (5) por su realismo científico categórico, plantean que la biomedicina contemporánea es el punto cul- mine de la medicina experimental, un producto exitoso del cientifismo médico y de su estrecha unión con la biología básica. Estos autores criti- can el constructivismo social al cual definen como relativista e incluso anti-realista. Plantean que las leyes que comandan los procesos biológicos pre- ceden a las relaciones de poder y que las enferme- dades no son categorías arbitrarias creadas por la biomedicina sino más bien clases naturales obje- tivas similares a las especies químicas. Fundan sus perspectivas en una dicotomía hecho-valor estric- ta que separa las valoraciones sociales y culturales de los resultados científicos de la investigación biomédica. El constructivismo social y el realismo cientí- fico han transitado en veredas epistemológicas opuestas durante las últimas décadas en la medi- cina contemporánea. Ambas perspectivas hacen eco en el debate sobre la APS durante la post-gue- rra. Se puede ser selectivo o integral, tecnocrático o participativo, predecible o incierto, pero nunca los dos. 4.- La biomedicina en los estudios de cien- cia y tecnologías: las incertidumbres de una sociedad crecientemente tecnificada Durante la década de los ochenta, un grupo de investigadores franceses propuso una nueva teo- ría para estudiar la ciencia y la tecnología. Luego de realizar etnografías en laboratorios científicos y en proyectos tecnológicos se dieron cuenta de que las metáforas usualmente utilizadas por las ciencias sociales para explicar estos fenómenos eran insuficientes. La tecno-ciencia era refracta- ria a los determinismos sociales. Por otra parte, estos investigadores observaron que la realidad científica era mucho más indeterminada de lo que se pensaba. Los objetos técnicos tenían agencia y producían de manera activa nuevas relaciones sociales (19, 20). Tanto el constructivismo social como el realis- mo científico tenían que replantearse. La agencia, 164