CARTAS AL EDITOR:
Participación Social en Salud
nos incita a considerar temas relacionados tanto
con la Participación Social como con el Modelo
de Salud Familiar, ambos como ejes transversa-
les. Son pocos los que van en esta senda, quizás
podría explicarse que para los gestores, puede re-
sultar menos complejo trabajar desde lo biomédi-
co, manteniendo relaciones verticales, muchas de
ellas cargadas en el manejo del poder, que abrir
camino a escenarios más democrático o al menos
inclusivos, donde se reconozca el conocimiento
natural de las personas que habitan el territorio,
de sus códigos, de su cultura, su lucha e historia,
que las personas de la comunidad puedan com-
prender y entender que su participación es un de-
recho tanto a la información, como a la toma de
decisiones de su propio estado de salud. Y que a
su vez los actores comunitarios no lo vean como
una explotación de la institución, porque son vo-
luntarios, porque no son remunerados o porque
muchas veces no respondemos a sus ideales de in-
mediatez o estado subsidiario. Que la comunidad
lo vea como una oportunidad de decidir, mien-
tras más empoderados estén más se les tomará en
cuenta; es impresionante como algunos dirigentes
se manejan en temas de salud, como impulsan
ideas o trabajo colaborativos en los centros de
salud. Muchas de las construcciones (CESFAM)
son respuesta a las demandas y exigencias que la
propia ciudadanía ha hecho, se sienten dueños de
estos espacios, porque existe un sentido de perte-
nencia cultural, social no solo con la construcción,
sino con la demanda que ellos mismos levantaron
y con su territorio.
Desde la experiencia esto ha resultado poco
alentador, ya que en general se percibe poca mo-
vilidad desde los equipos de salud como de la
propia comunidad. Se generan instancias partici-
pativas, pero no se logra la vinculación ni se con-
sidera la carga cultural que portan los usuarios, se
sigue trabajando en distintas esferas, aun cuando
se colabora mucho para instancias participativas.
Lo que no se genera desde la comunidad es el in-
volucramiento de querer ser parte en la toma de
decisiones. Y de parte de los equipos de salud las
acciones vinculantes muchas veces están ligadas
al cumplimiento de metas o exigencias que se
establecen desde los lineamientos ministeriales,
pero no porque existe un reconocimiento de los
usuarios y de su comunidad: no se consideran que
estos pueden ser un aporte fundamental al desa-
rrollo del Modelo con enfoque comunitario, salvo
los centros de salud emblemáticos que ya fueron
señalados y que mantienen vigente esta estructura
organizacional.
Para concluir quisiera detenerme y me encan-
taría poder plasmar una serie de discusiones y re-
flexiones que surgen en los ideales de sentir que
aún queda tanto por hacer. Que los procesos nos
demandarán mucho tiempo más para ver impacto
en la comunidad como en los equipos de salud.
De aterrizar ciertas ideas en estrategias para gene-
rar articulación y acciones reales que se plasmen
en voluntades políticas, en sentido de pertenencia,
en reconocimiento de los sujetos sociales porta-
dores de códigos culturales y experiencia, en re-
laciones más horizontales, en las Redes Integrales
de Salud, y podría continuar describiendo muchas
más, pero solo quiero detenerme a pensar que
todo lo descrito, incluso los factores que dificultan
el desarrollo del Modelo de Salud Familiar, son
oportunidades de mejora para la comunidad, que
si logramos dejar de mirar desde la fragmentación
y logramos mirar desde lo colectivo, podríamos
pensar que es coherente instalar el Modelo de
Salud Familiar y Comunitario con Participación
Social.
REFERENCIAS
1. Segovia I., Muñoz R. El Modelo de
Atención de Salud Familiar. Atención Primaria;
Modelo de Salud; Participación Comunitaria e
intersectorialidad. Módulo 1. En: Diplomado
Gestión en Centros de Salud Familiar.
2. Borrell i Carrió F. “El modelo biop-
sicosocial en evolución” Med Clin (Barc)
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3. Hidalgo C., Carrasco, E. Salud Familiar:
“Un Modelo de Atención Integral en la Atención
Primaria” Santiago: Universidad Católica;1999
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