externos para la digitalización, transcripción y pos-
terior análisis del contenido discutido en cada una
de las sesiones. De esta manera, el insumo final de
la política contuvo los principales aspectos que se
discutieron en las instancias.
8. En términos generales y, como resultado prin-
cipal del proceso participativo, al contrastar el in-
forme de resultados de los Diálogos Ciudadanos
y la versión final de la Política se puede identificar
que una gran proporción de los contenidos expues-
tos en los enfoques, principios y objetivos estraté-
gicos de la política fueron emanados de los diálo-
gos ciudadanos y de todo el proceso participativo.
Sumado a lo anterior, se generó una retribución
hacia la población migrante posterior al proceso de
participación; es decir, en el lanzamiento de la po-
lítica. En dicha instancia se realizó una devolución
del proceso que permitió informar y retroalimen-
tar, de forma presencial y virtual, a los actores que
participaron del proceso, lo que es fundamental en
todo proceso participativo.
4.
Conclusiones, perspectivas y desafíos
Al analizar el caso de estudio y contrastarlo con
observaciones generales hacia la participación en
salud, se evidencia una serie de desafíos y perspec-
tivas que conviene mencionar, de cara a la instaura-
ción de una cultura y gestión participativa en salud.
Un primer elemento de carácter general se refiere
a las insuficiencias del marco jurídico e institucional
en materia de participación ciudadana. En efecto,
la ley de participación es restringida (19) y deja a
voluntad de cada autoridad o servicio público desa-
rrollar procesos participativos, lo que lo vuelve una
opción arbitraria. Para el caso salud, si bien no exis-
te un examen ni evaluación de la implementación
de la norma sectorial de participación, sus propios
involucrados expresan que este instrumento no fue
suficiente para reimpulsar una visión participativa
de la gestión en salud. Al contrario, los procesos
participativos que apuntan al empoderamiento, a
partir de una noción deliberativa de ciudadanía,
son más bien experiencias particulares y responden
a decisiones excepcionales de ciertos directivos o
profesionales con interés en la materia. En el caso
de los Diálogos, el mandato institucional fue elabo-
rar la política, pero finalmente, el liderazgo directi-
vo fue clave para posicionar el aspecto participativo
como un eje central en el proceso.
En este contexto, se requiere un direccionamien-
to y liderazgo nacional que le otorgue mayor én-
fasis a la participación ciudadana; es decir, mayor
determinación desde las máximas autoridades para
impulsar una gestión pública participativa. Este
mandato desde la autoridad se debiese traducir en
Cancino A., et al.
integración de las acciones a nivel intra-sectorial,
tanto desde las orientaciones nacionales, como en
el territorio; así como en mayores recursos para
la participación, en el aumento de profesionales y
equipos especializados en temas de participación.
Asimismo, es preciso extender el enfoque partici-
pativo en la formación de funcionarios y directivos,
de tal forma de extender una cultura partitiva en el
sector (2).
Otro desafío, es que, transcurrida más de una
década de la puesta en marcha de la reforma de
salud, se reconoce que el desarrollo ha tendido a
sobre-institucionalizar la práctica de la participa-
ción, apuntando más que nada a la implementación
de mecanismos y el monitoreo de sus actividades
o el conteo de organizaciones o personas partici-
pantes, más que a evaluar y mejorar la calidad de
sus procesos o el resultado de su implementación.
Asimismo, se ha evidenciado una cultura vertical
y “eficientista” en el sector, que dificulta la re-
flexión sobre la práctica de la participación (5).
Nuevamente, los diálogos estudiados se posicionan
como una alternativa a esta sobre-institucionaliza-
ción, dado que ponen en el centro de su desarrollo
el enfoque de derechos, lo que garantiza exigen-
cias procedimentales y de contenido para llevar a
cabo la elaboración de la política. Esto, indica que
se vuelve necesario hacer extensivo el aprendizaje
de metodologías participativas y nuevos enfoques
para su monitoreo y evaluación; de tal forma que se
supere la visión predominante, que reduce la parti-
cipación al conteo de actividades.
El sector salud debiese recuperar el sentido de
su aterrizaje social, que hasta la fecha es particular
de ciertas experiencias más bien aisladas, que ini-
ciativas transversales al sector. Con esto ponemos
el foco en la esencia de la salud, desde un enfoque
biopsicosocial, que supere la noción asistencial o
estrictamente biomédica y transite hacia la concre-
tización del enfoque de derechos y determinantes
sociales. Se trata de un reenfoque epistemológico
y político, en el que se pone el foco en las co-
munidades y personas como titulares de derechos
humanos y no en pacientes o usuarios pasivos que
no pueden aportar a mantener o mejorar su salud
y bienestar.
Para esto se requiere que el sector, sus autori-
dades, directivos, profesionales, técnicos, en con-
junto con la comunidad pongan en acuerdo un
modelo de gestión participativa de salud, en que
la comunidad se involucre en los procesos de sa-
lud, tanto en el territorio, como en las políticas
nacionales.
La institucionalización de este enfoque no
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